Capítulo 3.7: La Maldición del Buen Hobbit (Parte 1)
Cuando por fin llegamos a Tokio, llovía a mares. Mi alaciado perfecto no resistió tanta humedad y por consiguiente mi pelo estaba frizzy. Mala señal. ¡Y todas estas japonesas restregándome que son super lacias! Tengo que aceptar que aunque en mi opinión Tokio es la ciudad más cosmopolita en el mundo, la odio.
No puedo con tanta luz, movimiento y tanta gente igual, porque para mí, los asiáticos son todos iguales. No importa si son chinos, vietnamitas o japoneses, todos son iguales. Distinguirlos es imposible y me estresa demasiado tener que tratar de encontrarles rasgos personales que los diferencien de los demás, así que no lo hago y vivo con la idea de que todos son iguales.
En fin, llegamos al hotel más trendy de la ciudad, porque es parte de mis contratos; siempre estar en los mejores hoteles porque una cosa es que vaya a trabajar y otra que por ello tenga que pasar incomodidades. En este caso trendy significó minimal, annoyingly minimal! No entiendo por qué todo tiene que ser tan perfecto y tener un por qué. La verdad es que no puedo con tanta perfección, me hace sentir incómoda el solo hecho de destender la cama para dormir. Y si, estoy enojada (por si no se han dado cuenta aun).
Miss Jinx nos instaló y cuando estuvimos listas bajamos al lobby bar del hotel para reunirnos con Mortzy, el misterioso personaje que nos había contratado para la misión. Moría de ganas de saber por qué rayos estaba en Tokio así que apuré a Miss Jinx.
“Anda Jinx, que entre más pronto terminemos más rápido nos vamos de esta ciudad. Ya sabes que la detesto y además tengo que volar a Londres antes del fin de semana para ir a la fiesta de cumpleaños de Elton John”.
“¿Elton John?, creí que lo odiabas…”
“Si, lo odio, pero desde que Madonna me dejó fuera de su lista de amistades, Elton ha sido mi manera de decirle a la idiota que no me importa. Después de todo él declaró públicamente que era una mala cantante”.
“Ardida…”
“Cállate y vámonos. You get my nerves, Jinx”.
Al llegar al lobby, un séquito de adolescentes japonesas estaba causando un tumulto alrededor de una mesa. Una japonesa que definitivamente parecía salida de un concierto de Gwen Stefani nos recibió afuera del elevador para escoltarnos justo a la mesa en donde los guardaespaldas trataban de alejar a las adolescentes.
“Srita. Burboise, soy Kimiko, yo las llevaré con Sr. Mortzy. Por aquí por favor”, dijo ceremoniosa la harajuku.
“¿Qué es lo que pasa?”, pregunté.
“Oh, esas chicas confunden a Sr. Mortzy con el cantante Mika”, contestó.
“¿Mika? Mmmmm, ya veremos. A ver ustedes, Yuriko, Tomiko, Sashimi, Señorita Cometa o como se llamen, quítense que aquí hay asuntos importantes que atender. En el hotel de la esquina está Hi Hi Puffy Amiyumi firmando autógrafos. Lárguense”, grité al grupo de adolescentes que salieron despavoridas tras la noticia. “Listo, Kimiko, ahora llévanos con Mortzy”.
Al llegar a la mesa, Mortzy hablaba por teléfono y por su cara parecía preocupado…
“Bruna Burboise, qué bueno que llegas. Justo a tiempo para ayudarme con este pequeño problema que tengo. Te he encontrado gracias a que alguna vez te mencionaron, tu fama te precede.”
“Vaya, vaya, y ¿a quién debo el honor de tan amable recomendación?”, pregunté intrigada.
“Al Buen Hobbit…”
“¡Ay tanto que lo quiero! La nobleza en pies, ¿eh?¿Cómo está? Supe que dejó la comarca hace un tiempo pero le perdí la pista. ¿Está por aquí?”
“Mmmm podría decirse que sí, pero no del todo”, dijo con aire misterioso y preocupado.
“Explicate, curly!”
“El Buen Hobbit está en Tokio, de hecho ha estado aca por alrededor de una semana, pero desde su llegada algo extraño sucedió. Parecía que venía atendiendo al llamado de alguien y después desapareció. Lo único que quedó fue un mensaje de voz en mi celular y te he llamado porque creo que eres la única que puede encontrarlo”.
“Pues piensas bien. Soy super eficiente, super sofisticada y super sencilla, jijiji”. A ver ponme el mensaje telefónico”.
El mensaje se esucuchaba con mucha interferencia, lejano y casi indescifrable:
“Linda Blair…Linda Blair…In Queen. Osaka…”
“¿Cómo? ¿Linda Blair es una reina? ¡No lo creo! ¡Está bien fea! Pero al menos tenemos una pista. ¡El Buen Hobbit está en Osaka con Linda Blair! Esto será más fácil de lo que pensé…Miss Jinx, prepara un avión privado (que obviamente pagará Mortzy) para ir a Osaka ahora mismo”
“Bruna, ¿no sería más fácil ir en el tren bala? ¡Es rapidísimo!”.
“Aha, ¡y también está lleno de japoneses! Excelente idea, Miss Jinx. Don’t think so! Nos vamos en avión y ya dije”.
Claro que era el pretexto perfecto para lucir mi última adquisición: un kimono futurista con bordados en hilo de oro hechos a mano por el mismísimo Yohji Yamamoto, que nada más se enteró de mi llegada a Japón y quizo quedar bien, y tengo que reconocer, porque soy una perrita justa ante todo, que sí quedó bien…muy bien. El kimono me quedó pintadito.
Así que llegamos a Osaka, donde claro, nadie nos reconoció. Primera mala señal. Y después Kimiko de plano no sabía cómo traducirnos lo que la gente le decía cuando preguntaba por lugares y direcciones. La foto que llevabamos del Buen Hobbit no ayudaba mucho, la verdad es que nadie lograba identificarlo.
Pero una viejecita que vendía pescado en una carretita nos dio señales de él:
“Vayan a la casa que está al final de la calle Sakura, pero tengan cuidado, está maldita”, dijo temerosa.
“Aha, ¿y esto es The Grudge, no? Miss Jinx vámonos, esta señora esta senil y nada más estamos perdiendo el tiempo. Además se me va a llenar el kimono carísimo de olor a pescado y van a pensar que no me bañé.”
“Bruna, no perdemos nada con ir. Al final es la única pista real que hemos recibido”, dijo Miss Jinx convencida.
“Bueno, vamos, pero de ninguna manera pretendo creer esas patrañas. No creo en los embrujos y maldiciones, son de gente ignorante”.
Al llegar a la casa, sentimos una vibra muy extraña, mala. Decidimos entrar solo Miss Jinx y yo, Kimiko se quedó cuidando la puerta. Al entrar, sentimos muchísimo frio, la temperatura estaba más baja de lo normal. Escuchamos ruido en la parte superior y subimos las escaleras lentamente, temiendo lo que podríamos encontrar al llegar, y nuestro presentimiento se hizo realidad.
El Buen Hobbit estaba en una de las habitaciones vacías acurrucado en una esquina y rascando el piso frenéticamente con las uñas. Estaba fuera de sí. ¡Estaba poseído! Por eso el mensaje decía Linda Blair.
Al sentir nuestra presencia en la habitación, el Buen Hobbit nos vio con una mirada peligrosa, amenazante. Su cara era conocida. Muy conocida de hecho…
“Miss Jinx, esto no me gusta nada. Este está poseído y no precisamente por Linda Blair, es…¡Oh por Dios!…¡es Chow Mein Queen! ¡Regresó, y seguramente a cobrar venganza!”, dije asustada.
No puedo con tanta luz, movimiento y tanta gente igual, porque para mí, los asiáticos son todos iguales. No importa si son chinos, vietnamitas o japoneses, todos son iguales. Distinguirlos es imposible y me estresa demasiado tener que tratar de encontrarles rasgos personales que los diferencien de los demás, así que no lo hago y vivo con la idea de que todos son iguales.
En fin, llegamos al hotel más trendy de la ciudad, porque es parte de mis contratos; siempre estar en los mejores hoteles porque una cosa es que vaya a trabajar y otra que por ello tenga que pasar incomodidades. En este caso trendy significó minimal, annoyingly minimal! No entiendo por qué todo tiene que ser tan perfecto y tener un por qué. La verdad es que no puedo con tanta perfección, me hace sentir incómoda el solo hecho de destender la cama para dormir. Y si, estoy enojada (por si no se han dado cuenta aun).
Miss Jinx nos instaló y cuando estuvimos listas bajamos al lobby bar del hotel para reunirnos con Mortzy, el misterioso personaje que nos había contratado para la misión. Moría de ganas de saber por qué rayos estaba en Tokio así que apuré a Miss Jinx.
“Anda Jinx, que entre más pronto terminemos más rápido nos vamos de esta ciudad. Ya sabes que la detesto y además tengo que volar a Londres antes del fin de semana para ir a la fiesta de cumpleaños de Elton John”.
“¿Elton John?, creí que lo odiabas…”
“Si, lo odio, pero desde que Madonna me dejó fuera de su lista de amistades, Elton ha sido mi manera de decirle a la idiota que no me importa. Después de todo él declaró públicamente que era una mala cantante”.
“Ardida…”
“Cállate y vámonos. You get my nerves, Jinx”.
Al llegar al lobby, un séquito de adolescentes japonesas estaba causando un tumulto alrededor de una mesa. Una japonesa que definitivamente parecía salida de un concierto de Gwen Stefani nos recibió afuera del elevador para escoltarnos justo a la mesa en donde los guardaespaldas trataban de alejar a las adolescentes.
“Srita. Burboise, soy Kimiko, yo las llevaré con Sr. Mortzy. Por aquí por favor”, dijo ceremoniosa la harajuku.
“¿Qué es lo que pasa?”, pregunté.
“Oh, esas chicas confunden a Sr. Mortzy con el cantante Mika”, contestó.
“¿Mika? Mmmmm, ya veremos. A ver ustedes, Yuriko, Tomiko, Sashimi, Señorita Cometa o como se llamen, quítense que aquí hay asuntos importantes que atender. En el hotel de la esquina está Hi Hi Puffy Amiyumi firmando autógrafos. Lárguense”, grité al grupo de adolescentes que salieron despavoridas tras la noticia. “Listo, Kimiko, ahora llévanos con Mortzy”.
Al llegar a la mesa, Mortzy hablaba por teléfono y por su cara parecía preocupado…
“Bruna Burboise, qué bueno que llegas. Justo a tiempo para ayudarme con este pequeño problema que tengo. Te he encontrado gracias a que alguna vez te mencionaron, tu fama te precede.”
“Vaya, vaya, y ¿a quién debo el honor de tan amable recomendación?”, pregunté intrigada.
“Al Buen Hobbit…”
“¡Ay tanto que lo quiero! La nobleza en pies, ¿eh?¿Cómo está? Supe que dejó la comarca hace un tiempo pero le perdí la pista. ¿Está por aquí?”
“Mmmm podría decirse que sí, pero no del todo”, dijo con aire misterioso y preocupado.
“Explicate, curly!”
“El Buen Hobbit está en Tokio, de hecho ha estado aca por alrededor de una semana, pero desde su llegada algo extraño sucedió. Parecía que venía atendiendo al llamado de alguien y después desapareció. Lo único que quedó fue un mensaje de voz en mi celular y te he llamado porque creo que eres la única que puede encontrarlo”.
“Pues piensas bien. Soy super eficiente, super sofisticada y super sencilla, jijiji”. A ver ponme el mensaje telefónico”.
El mensaje se esucuchaba con mucha interferencia, lejano y casi indescifrable:
“Linda Blair…Linda Blair…In Queen. Osaka…”
“¿Cómo? ¿Linda Blair es una reina? ¡No lo creo! ¡Está bien fea! Pero al menos tenemos una pista. ¡El Buen Hobbit está en Osaka con Linda Blair! Esto será más fácil de lo que pensé…Miss Jinx, prepara un avión privado (que obviamente pagará Mortzy) para ir a Osaka ahora mismo”
“Bruna, ¿no sería más fácil ir en el tren bala? ¡Es rapidísimo!”.
“Aha, ¡y también está lleno de japoneses! Excelente idea, Miss Jinx. Don’t think so! Nos vamos en avión y ya dije”.
Claro que era el pretexto perfecto para lucir mi última adquisición: un kimono futurista con bordados en hilo de oro hechos a mano por el mismísimo Yohji Yamamoto, que nada más se enteró de mi llegada a Japón y quizo quedar bien, y tengo que reconocer, porque soy una perrita justa ante todo, que sí quedó bien…muy bien. El kimono me quedó pintadito.
Así que llegamos a Osaka, donde claro, nadie nos reconoció. Primera mala señal. Y después Kimiko de plano no sabía cómo traducirnos lo que la gente le decía cuando preguntaba por lugares y direcciones. La foto que llevabamos del Buen Hobbit no ayudaba mucho, la verdad es que nadie lograba identificarlo.
Pero una viejecita que vendía pescado en una carretita nos dio señales de él:
“Vayan a la casa que está al final de la calle Sakura, pero tengan cuidado, está maldita”, dijo temerosa.
“Aha, ¿y esto es The Grudge, no? Miss Jinx vámonos, esta señora esta senil y nada más estamos perdiendo el tiempo. Además se me va a llenar el kimono carísimo de olor a pescado y van a pensar que no me bañé.”
“Bruna, no perdemos nada con ir. Al final es la única pista real que hemos recibido”, dijo Miss Jinx convencida.
“Bueno, vamos, pero de ninguna manera pretendo creer esas patrañas. No creo en los embrujos y maldiciones, son de gente ignorante”.
Al llegar a la casa, sentimos una vibra muy extraña, mala. Decidimos entrar solo Miss Jinx y yo, Kimiko se quedó cuidando la puerta. Al entrar, sentimos muchísimo frio, la temperatura estaba más baja de lo normal. Escuchamos ruido en la parte superior y subimos las escaleras lentamente, temiendo lo que podríamos encontrar al llegar, y nuestro presentimiento se hizo realidad.
El Buen Hobbit estaba en una de las habitaciones vacías acurrucado en una esquina y rascando el piso frenéticamente con las uñas. Estaba fuera de sí. ¡Estaba poseído! Por eso el mensaje decía Linda Blair.
Al sentir nuestra presencia en la habitación, el Buen Hobbit nos vio con una mirada peligrosa, amenazante. Su cara era conocida. Muy conocida de hecho…
“Miss Jinx, esto no me gusta nada. Este está poseído y no precisamente por Linda Blair, es…¡Oh por Dios!…¡es Chow Mein Queen! ¡Regresó, y seguramente a cobrar venganza!”, dije asustada.
4 Comments:
Lo único que falta es que salga el crazy 88´s de Kill Bill
Buena suerte, super eficiente, super sofisticada y super sencilla, y espero que super sangre fria
jajajajaja no mamar!!! que bueno está esto... que se fuma antes de escribir??? regaleme tantito o de menos vendamelo compartalo.!!!
Pido permiso para linkear su blog!!
SAludox!
jajajaja.. nu mams..xD..
esta geniall.. oh por dios me kede sin uñas!!!
ke pasa luegooo!!!?
kamara ya es tas en los links VIP!!
jajaja..
saludos!
Querida fresa,
A qué te refieres con fumar? Yo no fumo, solo tengo mis mommy little helpers que me mantienen siempre muy, muy contenta.
Gracias por la visita, y por supuesto que me puedes linkear.
Ciao querida, vuelve pronto!
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