Capítulo 3.3: Los cuentos no siempre son para niños (parte 1)
Lo que ahora les contaré es una de mis aventuras más recientes. Y al final de ella, me di cuenta de que fue como un cuento, aunque no necesariamente de niños.
Había una vez una dulce muchacha regordeta y cachetona llamada Heidi y no, no es la misma niña de las caricaturas aunque sí había cierto parecido. Era hija de un campesino que gracias a su impresionante sex appeal había conquistado a la reina de la comarca donde vivían, por lo que Heidi ahora tenía una madrastra.
Y si ustedes creen que esta madrastra era como las de los cuentos, se equivocan, pues al no poder tener hijos, la mujer había tomado a Heidi como su propia hija. Así que la crió y cuidó durante su niñez y ahora, al ser una muchacha casadera, enfocaba su esfuerzo en conseguir a un buen partido para casarla. Desde la muerte de su padre, Heidi se había vuelto un poco rebelde y la reina Ivanka ya no sabía qué hacer con ella. Y cómo no si la Heidi era una salvajita que le fascinaba andar de corriendo como cabrita sin dueño por todo el campo.
Pasaba los días en el bosque jugando con sus amigos Celine Ferrón, Bambi y La Carreta de Lechugas Parlanchínas. La mayor parte del tiempo ensayaban sus canciones pues habían conformado una banda musical de la que Heidi era la vocalista (la pobre quedó tan traumadita con Floricienta y Lola que ella quiso también ser una pop star).
Y en uno de sus tantos “conciertos” en la taberna del pueblo, conoció a Nono, un humilde campesino que quedó perdidamente enamorado de ella y viceversa, pero su amor era imposible, pues ella era prácticamente una princesa y él un simple lacayo.
Los rumores del romance juvenil de Heidi llegaron a oídos de la reina Ivanka, quien estaba tan preocupada que decidió hacer algo al respecto, así que organizó un gran baile en honor de su hija con el fin de que los herederos de las comarcas vecinas asistieran y Heidi escogiera a su futuro esposo.
“Madre, ¿podré tocar algunas canciones en el baile? ¡Di que sí! Te van a gustar mucho, acabamos de componer una que se llama ‘Oríname el alma’ y otra que se llama ‘Quiero ser tu perra’ y hablan del maltrato que recibimos las mujeres por parte de los hombres en este imperante mundo machista. Y….”
“Heidi, cállate mi reina. No vas a cantar eso enfrente de nuestros distinguidos invitados. Quiero que por una vez en tu vida te comportes como una señorita y no como una chilapastrosa”, sentenció la reina Ivanka.
“¡Pero mamá! Yo no quiero escoger marido, todos esos muchachos son muy estirados para mí”, dijo corriendo por el palacio hacia su recámara.
“Si ya me lo decía todo el mundo…aunque la mona se vista de seda, mona se queda…Esta niña no niega su origen”, dijo la reina preocupada.
Ya en su cuarto, Heidi, Celine Ferrón, Bambi y La Carreta de Lechugas Parlanchínas planeaban la manera de hacer que el baile fuera más divertido, pues al ser invitados por la reina Ivanka todas tendrían que asistir y ponerse vestidos.
“Tu sabes lo que significa ponernos un vestido Heidi?, dijeron horrirzadas y al unísono las lechugas parlanchínas.
“Ya se, pero es una noche, y además es probable que mi madre tenga razón y podamos conocer a nuestro príncipe azul”
“Ewwwwww!!!!”, contestaron las lechugas.
“Yo sí estoy muy emocionada, amiga. ¡Quien quita y por ahí encuentro a quien entregar mi tesorito por primera vez!”, exclamó Celine.
“Relájense, es solo una estúpida fiesta, llena de gente estúpida”, corrigió Bambi.
“Bueno, de cualquier modo, necesito que me ayuden, porque quiero que Nono esté presente en la fiesta para que vea que si quiere mi amor, tendrá que trabajar bien duro, porque yo soy muy moderna (por no decir chichifa) y se perfecto que de amor no se vive”, finalizó Heidi.
El día del baile llegó y todo estaba listo para recibir a los invitados, que fueron llegando en sus majestuosos carruajes y acompañados de sus cortes reales. El palacio ese día se veía fastuoso. La reina Ivanka lucía espectacular y Heidi a duras penas cupo en el vestido, pero no había nada que una faja y mucho sumir la panza no arreglara.
Heidi bajó por las escaleras para entrar al salón y todos se quedaron callados, y no por que estuvieran admirando su belleza sino porque Celine y Bambi habían apretado tanto el vestido que la pobre no se dio cuenta y andaba con una chichi al aire. Pero ella saludaba a la concurrencia con mucha gracia.
Todos estaban atónitos ante tal espectáculo; la reina hacía señas discretas pero Heidi creía que le estaba diciendo que iba muy bien así que ella siguió, hasta que se le ocurrió llamarle al celular.
“Heidi, ¿qué no tienes frio o por qué no te has dado cuenta de que traes un seno al aire? ¡Tápate inmediatamente!”, dijo casi histérica la reina.
“Ay relájate mamá, no me había dado cuenta, pero si me van a conocer, que me conozcan bien”, y se subió el vestido.
Durante toda la noche, la reina se había dado a la tarea de identificar a los mejores candidatos para después presentarlos con su hija.
“A ver, el príncipe Archie no porque es más pobre que nada; el príncipe Yul…mmmm no es muy joto. ¿El príncipe Jafred? No, demasiado pretencioso…Ah! Y todo nos lleva al príncipe Alex. Creo que es el mejor candidato. Osh! Pero tendré que soportar por un rato a Trannytiana, la travesti enloquecida que lo acompaña a todos lados, pero bueno todo sea por el bien de la niña”.
“Príncipe Alex, que gusto que nos acompañe, se está divirtiendo?”
El príncipe Alex que tenía aspecto de un feto de pingüino sin desarrollarse, gustaba de espulgarse la nariz y después comerse los mocos, contestó “Si, su hija es muy hermosa”.
“Pues si te parece podemos buscarla para que se conozcan”
“Ay eso me parece perfecto reina Ivanka, porque fíjese que le dijo al príncipe que estar aquí es casualidad, no causalidad, es que la vida es pura casualidad…” dijo Trannytiana.
“Si Trannytiana, si”, contestó aburrida la reina.
Mientras tanto, en los jardines de palacio se encontraba Heidi y sus amigas en gran fiesta. Nono ya había llegado y la pobre estaba tan ebria que terminó con el maquillaje corrido, el vestido arriba y Nono encima de ella.
La reina Ivanka llegó en ese momento y los descubrió a todos…
“Heidi! Qué diablos crees que haces? Esto no es digno de una señorita decente!” dijo furiosa.
“Ay maaaaa, pues si nada más me tomé 2. Algo tenían los hielos”, contestó Heidi balbucenado.
“Y mira nada más, ¿de dónde sacaste a este harapiento? Llamaré a la guardia real para que lo saquen de inmediato”
“No mamá, Nono es mi novio y si me voy a casar, será con él.”
La reina Ivanka casi se desmaya, pero como pudo se sostuvo en pie ayudada por Trannytiana. El príncipe Alex observaba todo desde atrás, escondido en las faldas de la travesti.
Nono se asustó tanto que se fue corriendo y desapareció. Heidi aun sin poderse mantener en pie, accedió a pasar el resto de la noche con el príncipe Alex. Al final no todo resultó tan malo, pues se cayeron bien y había química, pero Heidi no podía dejar de pensar en Nono.
Tranytianna se dio cuenta de esto y decidió terminar con ese vínculo con tal de que el príncipe Alex se casara con Heidi y pusieran fin a su crisis económica. Planeó junto con el príncipe Alex secuestrar a Heidi y además terminar con Nono, así que tomó su libro y lanzó un hechizo hacia el pobre campesino.
“¡Espíritus del bosque, escuchen la pelgaria de su más fiel servidora y conviertan a Nono en un…en un…en un…mapache intenso!” (Mmmm, era violador, pero bueno qué más da. La pobre era medio mongolita)
Una luz color verde brillante salió del palacio. Nono dormía así que no sabía lo que pasaría a la mañana siguiente cuando despertara…
“Nooooooooooooooo! Qué me pasó!!! Soy un mapache!!!! Y ando muy deprimido…qué pasó????”
Al día siguiente, la reina Ivanka corrió escandalizada buscando a Heidi por todo el palacio sin saber que el príncipe Alex y Trannytiana la habían secuestrado. Como pensó que habría escapado para irse con Nono, decidió ir a buscarla.
Tocó en la puerta de Nono: “Muchacho,se que tienes a mi hija, si la devuelves sana y salva, te perdonaré la vida.”
Nono abrió la puerta y la reina Ivanka gritó al verlo: “¿Pero qué te pasó? ¡Tienes cara de mapache!”
“Y ando bien deprimido” dijo el ahora mapache llorando en el regazo de la reina.
“¡Hey! ¡Sueltame, intenso! ¡No soy pañuelo de lágrimas!”
“Usted dispense. No se que es lo que me pasa, pero esta mañana amanecí viéndome y sintiéndome así”
“Mmmm esto me suena a un hechizo de una bruja torpe…¡Tranytianna! Seguramente ella y el príncipe cara de pingüino son los autores de todo esto. Y solo hay alguien que nos puede ayudar…Bruna Burboise”.
Había una vez una dulce muchacha regordeta y cachetona llamada Heidi y no, no es la misma niña de las caricaturas aunque sí había cierto parecido. Era hija de un campesino que gracias a su impresionante sex appeal había conquistado a la reina de la comarca donde vivían, por lo que Heidi ahora tenía una madrastra.
Y si ustedes creen que esta madrastra era como las de los cuentos, se equivocan, pues al no poder tener hijos, la mujer había tomado a Heidi como su propia hija. Así que la crió y cuidó durante su niñez y ahora, al ser una muchacha casadera, enfocaba su esfuerzo en conseguir a un buen partido para casarla. Desde la muerte de su padre, Heidi se había vuelto un poco rebelde y la reina Ivanka ya no sabía qué hacer con ella. Y cómo no si la Heidi era una salvajita que le fascinaba andar de corriendo como cabrita sin dueño por todo el campo.
Pasaba los días en el bosque jugando con sus amigos Celine Ferrón, Bambi y La Carreta de Lechugas Parlanchínas. La mayor parte del tiempo ensayaban sus canciones pues habían conformado una banda musical de la que Heidi era la vocalista (la pobre quedó tan traumadita con Floricienta y Lola que ella quiso también ser una pop star).
Y en uno de sus tantos “conciertos” en la taberna del pueblo, conoció a Nono, un humilde campesino que quedó perdidamente enamorado de ella y viceversa, pero su amor era imposible, pues ella era prácticamente una princesa y él un simple lacayo.
Los rumores del romance juvenil de Heidi llegaron a oídos de la reina Ivanka, quien estaba tan preocupada que decidió hacer algo al respecto, así que organizó un gran baile en honor de su hija con el fin de que los herederos de las comarcas vecinas asistieran y Heidi escogiera a su futuro esposo.
“Madre, ¿podré tocar algunas canciones en el baile? ¡Di que sí! Te van a gustar mucho, acabamos de componer una que se llama ‘Oríname el alma’ y otra que se llama ‘Quiero ser tu perra’ y hablan del maltrato que recibimos las mujeres por parte de los hombres en este imperante mundo machista. Y….”
“Heidi, cállate mi reina. No vas a cantar eso enfrente de nuestros distinguidos invitados. Quiero que por una vez en tu vida te comportes como una señorita y no como una chilapastrosa”, sentenció la reina Ivanka.
“¡Pero mamá! Yo no quiero escoger marido, todos esos muchachos son muy estirados para mí”, dijo corriendo por el palacio hacia su recámara.
“Si ya me lo decía todo el mundo…aunque la mona se vista de seda, mona se queda…Esta niña no niega su origen”, dijo la reina preocupada.
Ya en su cuarto, Heidi, Celine Ferrón, Bambi y La Carreta de Lechugas Parlanchínas planeaban la manera de hacer que el baile fuera más divertido, pues al ser invitados por la reina Ivanka todas tendrían que asistir y ponerse vestidos.
“Tu sabes lo que significa ponernos un vestido Heidi?, dijeron horrirzadas y al unísono las lechugas parlanchínas.
“Ya se, pero es una noche, y además es probable que mi madre tenga razón y podamos conocer a nuestro príncipe azul”
“Ewwwwww!!!!”, contestaron las lechugas.
“Yo sí estoy muy emocionada, amiga. ¡Quien quita y por ahí encuentro a quien entregar mi tesorito por primera vez!”, exclamó Celine.
“Relájense, es solo una estúpida fiesta, llena de gente estúpida”, corrigió Bambi.
“Bueno, de cualquier modo, necesito que me ayuden, porque quiero que Nono esté presente en la fiesta para que vea que si quiere mi amor, tendrá que trabajar bien duro, porque yo soy muy moderna (por no decir chichifa) y se perfecto que de amor no se vive”, finalizó Heidi.
El día del baile llegó y todo estaba listo para recibir a los invitados, que fueron llegando en sus majestuosos carruajes y acompañados de sus cortes reales. El palacio ese día se veía fastuoso. La reina Ivanka lucía espectacular y Heidi a duras penas cupo en el vestido, pero no había nada que una faja y mucho sumir la panza no arreglara.
Heidi bajó por las escaleras para entrar al salón y todos se quedaron callados, y no por que estuvieran admirando su belleza sino porque Celine y Bambi habían apretado tanto el vestido que la pobre no se dio cuenta y andaba con una chichi al aire. Pero ella saludaba a la concurrencia con mucha gracia.
Todos estaban atónitos ante tal espectáculo; la reina hacía señas discretas pero Heidi creía que le estaba diciendo que iba muy bien así que ella siguió, hasta que se le ocurrió llamarle al celular.
“Heidi, ¿qué no tienes frio o por qué no te has dado cuenta de que traes un seno al aire? ¡Tápate inmediatamente!”, dijo casi histérica la reina.
“Ay relájate mamá, no me había dado cuenta, pero si me van a conocer, que me conozcan bien”, y se subió el vestido.
Durante toda la noche, la reina se había dado a la tarea de identificar a los mejores candidatos para después presentarlos con su hija.
“A ver, el príncipe Archie no porque es más pobre que nada; el príncipe Yul…mmmm no es muy joto. ¿El príncipe Jafred? No, demasiado pretencioso…Ah! Y todo nos lleva al príncipe Alex. Creo que es el mejor candidato. Osh! Pero tendré que soportar por un rato a Trannytiana, la travesti enloquecida que lo acompaña a todos lados, pero bueno todo sea por el bien de la niña”.
“Príncipe Alex, que gusto que nos acompañe, se está divirtiendo?”
El príncipe Alex que tenía aspecto de un feto de pingüino sin desarrollarse, gustaba de espulgarse la nariz y después comerse los mocos, contestó “Si, su hija es muy hermosa”.
“Pues si te parece podemos buscarla para que se conozcan”
“Ay eso me parece perfecto reina Ivanka, porque fíjese que le dijo al príncipe que estar aquí es casualidad, no causalidad, es que la vida es pura casualidad…” dijo Trannytiana.
“Si Trannytiana, si”, contestó aburrida la reina.
Mientras tanto, en los jardines de palacio se encontraba Heidi y sus amigas en gran fiesta. Nono ya había llegado y la pobre estaba tan ebria que terminó con el maquillaje corrido, el vestido arriba y Nono encima de ella.
La reina Ivanka llegó en ese momento y los descubrió a todos…
“Heidi! Qué diablos crees que haces? Esto no es digno de una señorita decente!” dijo furiosa.
“Ay maaaaa, pues si nada más me tomé 2. Algo tenían los hielos”, contestó Heidi balbucenado.
“Y mira nada más, ¿de dónde sacaste a este harapiento? Llamaré a la guardia real para que lo saquen de inmediato”
“No mamá, Nono es mi novio y si me voy a casar, será con él.”
La reina Ivanka casi se desmaya, pero como pudo se sostuvo en pie ayudada por Trannytiana. El príncipe Alex observaba todo desde atrás, escondido en las faldas de la travesti.
Nono se asustó tanto que se fue corriendo y desapareció. Heidi aun sin poderse mantener en pie, accedió a pasar el resto de la noche con el príncipe Alex. Al final no todo resultó tan malo, pues se cayeron bien y había química, pero Heidi no podía dejar de pensar en Nono.
Tranytianna se dio cuenta de esto y decidió terminar con ese vínculo con tal de que el príncipe Alex se casara con Heidi y pusieran fin a su crisis económica. Planeó junto con el príncipe Alex secuestrar a Heidi y además terminar con Nono, así que tomó su libro y lanzó un hechizo hacia el pobre campesino.
“¡Espíritus del bosque, escuchen la pelgaria de su más fiel servidora y conviertan a Nono en un…en un…en un…mapache intenso!” (Mmmm, era violador, pero bueno qué más da. La pobre era medio mongolita)
Una luz color verde brillante salió del palacio. Nono dormía así que no sabía lo que pasaría a la mañana siguiente cuando despertara…
“Nooooooooooooooo! Qué me pasó!!! Soy un mapache!!!! Y ando muy deprimido…qué pasó????”
Al día siguiente, la reina Ivanka corrió escandalizada buscando a Heidi por todo el palacio sin saber que el príncipe Alex y Trannytiana la habían secuestrado. Como pensó que habría escapado para irse con Nono, decidió ir a buscarla.
Tocó en la puerta de Nono: “Muchacho,se que tienes a mi hija, si la devuelves sana y salva, te perdonaré la vida.”
Nono abrió la puerta y la reina Ivanka gritó al verlo: “¿Pero qué te pasó? ¡Tienes cara de mapache!”
“Y ando bien deprimido” dijo el ahora mapache llorando en el regazo de la reina.
“¡Hey! ¡Sueltame, intenso! ¡No soy pañuelo de lágrimas!”
“Usted dispense. No se que es lo que me pasa, pero esta mañana amanecí viéndome y sintiéndome así”
“Mmmm esto me suena a un hechizo de una bruja torpe…¡Tranytianna! Seguramente ella y el príncipe cara de pingüino son los autores de todo esto. Y solo hay alguien que nos puede ayudar…Bruna Burboise”.
5 Comments:
Who can save poor Heidi??!?! Only Bruna!!! U CAN DO IT BYOTCH!!!
Gran historia! Muero por leer el desenlace
Jajajajaja este cuento me encanto!!!
La cancion de "Quiero ser tu perra" si existe!!! Un grupillo de viejas resentidas la cantaba hace mucho, seguro Heidi la tomo de ahi jajaja
Genial!! Y del mapache intenso!!! "Y ando bien deprimido" jajajajajajaja
Ahh Bruna!! You rocks!!!
BRUNAAAAAA AL RESCATE!!!!!!!!!!!!!
El mapache intenso rocks!!!
besos
Querido Yosu,
La Celine encontrará finalmente a quien darle su tesorito, nomás tiene que abrir su abanico de posibilidades. Asi que estate pendiente...
Un beso mi rey! gracias por venir a visitarme!
BrunaB
jajajaj.. voy corriendo a leer la parte 2.. te estas ganando un enlace en mi blog ( como si eso fuera de privilegio)
deja te sigo usmeando
muuuaajaaajaaa
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