Bruna Burboise®: Crónicas de una Perra Bipolar®

Yo soy Bruna Burboise: De día, una dulce perrita de casa. De noche, letal espía y asesina a sueldo.

viernes, febrero 20, 2009

Capítulo 5.1: Bruna Burboise, "La Siempre Viva" (Parte 1)

Ni siquiera voy a darles explicaciones de dónde he estado estos 5 meses. Yo se que ustedes me esperan siempre. Pero puedo decirles que estuve dedicada a mis compromisos artísticos y sí, tuve algunas misiones por ahí, pero nada relevante. Vuelvo a escribir porque lo que pienso contar es una de tantas aventuras que tuve en este tiempo y es muy importante que empiece esta nueva temporada con este relato porque hay que tomar conciencia. Me voy a poner seria para poderles transmitir mi preocupación sobre el tema: LA GENTE FEA TIENE QUE PARAR! No deberían de poderse tomar atribuciones que no les corresponden o ponerse al tú por tú, con gente bien como una.

Tengo una amiga que es dueña de todas las tiendas de ropa de Izazaga, judía claro, y preside de manera cabal y hasta vivencial una fundación con la que he dedicido colaborar: “Fundación Porque Tú Tienes Que Parar” y está dedicada a ayudar a todo individuo que verdaderamente tenga que parar en la vida.

El punto con todo esto, es que un día estábamos Miss Jinx y yo desayunando con Madame La Rue en casa, cuando de repente Pachette (se llama Pachita, pero como odio los nombres ordinarios, lo glamouricé), mi muchacha, me tiró encima el bagel de salmón ensuciando mi bata de seda.

“Pachette!!!!! ¡Fijate tonta! ¿Qué no ves que esto vale más que tu salario de un mes? Si se arruiná tendrás que trabajar horas extras para pagarlo”, dije furiosa.

“Ay patroncita, dispenseme pero es que traigo la cabeza en otro lado”.

“Pues qué te pasa Pachette, tienes algún problema?”, preguntó Miss Jinx preocupada.

“Jinx, por favor, con la servidumbre no hay que ser muy blandos porque después terminan pasándose de confianzudos, o ya se te olvidó la otra muchacha que tuvimos que correr porque se robaba tus tangas?”, dije susurrando a Miss Jinx.

“Pos es que hace poco me contaron que andan asaltando las casas de por aquí y como ustedes nunca están, me da miedo que un día entren a robar y yo esté aquí sola”, contestó Pachette aflijida.

“Mira Pachette, si ese es el problema, tú dedicate a hacer tus pastelitos para las monjitas de la Iglesia y a mí me dejas investigar quién es este personaje para poderlo poner en su lugar”, dije despreocupada. “Es hora de que regrese a mi comunidad un poco, al menos que sirva de algo que tengan a una heroína en la colonia, ¿no?”.

“Bruna, o seaaaa te recuerdo que tienes que salir a Estambul en dos días ehhhhh, la misión que te fue en comendada es muy importante”, replicó Madame La Rue.

“Pues Estambul tendrá que esperar o si no llámales y dales el número de Flan Q, no es tan buena la gata esa, pero de algo les servirá, además en Estambul no hay nada que me interese. Mi próxima misión será muy local, muy mexicana, muy “mi barrio”, de repente hay que darse baños de pueblo ¿entiendes?”

“¿Bruna pero por dónde vamos a empezar?” preguntó Miss Jinx.

“Muy fácil Jinx, por donde uno se entera de tooodos los chismes de una colonia…vamos a ir al mercado.”

Como sabíamos que iríamos a un lugar en donde nuestra presencia causaría impacto, decidimos disfrazarnos para no generar mucho tumulto. Yo únicamente me puse unos pants de ejercicio, una gorra y unos lentes. Pero Jinx que siempre es muy “ingeniosa” y ama disfrazarse de todo salió con el mejor ensemble que le he visto en mucho tiempo: delantal, tubos en la cabeza, sweater puesto solo por encima de los hombros, falda de polyester con estampado floral, blusa blanca y brassiere negro y por supuesto, chanclita con calcetín. Y no solo eso, también añadió accesorios: monedero de piel para ponerse debajo de la axila y bolsa de mercado de colores.

“Jinx, tú te vas a ir con la Tete a su fundación…¡tienes que parar!”, dije riéndome.

“¡Dejame! Creo fielmente en que cuando uno va undercover, realmente debe de ir undercover”.

Salimos hacia el mercado acompañadas de Pachette para no perdernos y al llegar no pude ocultar mi sorpresa al ver tanta vida y algarabía en el lugar. Gente iba y venía, los dueños de los puestos gritaban para vender y en todos nos llamaban “marchantas”, what is that even supposed to mean? ¡Yo no marcho, camino coqueta y natural!

“Jinx, ¿has logrado ver algo que llame la atención?”, pregunté discreta.

“De hecho estoy tratando de ver qué pasa en ese pasillo de allá pues hay varios personajes un poco sospechosos”, contestó.

“¡Patroncita! Ahí está la Chicharrón, que es quien controla este lugar. Dicen que cada puesto tiene que darle dinero para poder seguir aquí. Todos saben que es la mera, mera del mercado y las que están con ella les dicen las Fritangas y son quienes le ayudan. Una amiga de la casa de al lado me contó que ellos son quienes están asaltando las casas, al parecer no les gusta que haya casas de ricos en una zona donde hasta ahora solo habían ciudades perdidas y luego me contaron…”

“Pachette…¿te callas ya? Mmmm así que resentidos sociales, creo que tenemos a nuestras principales sospechosas”, afirmé en voz baja. “Vamos a hablar con ellas y tratar de hacer que mi casa sea la próxima que roben”, dije a Jinx y la muchacha. “Pachette necesito que llegues a pedir cosas para llevar. Miss Jinx tu finge ser otra compradora y escucha todo, de lo demás me encargo yo.”

Al llegar a donde estaba la Chicharrón, ella y las Fritangas nos vieron de arriba abajo con indiferencia.

“Buenos días, señora. Me puede dar un kilo de pulpa de cerdo, 4 chuletas ahumadas y 300 g de tocino, por favor”, pidió Pachette.

“Pachette, te dije que ya no quería comida con tanta grasa, además al señor le hace daño el tocino. No se en qué momento dejé que me convencieras de venir a este lugar inmundo cuando del Superama me llevan todo a la casa y está limpio”, dije con tono despectivo con el fin de provocarlas.

“Aquí todo está limpio, se-ñi-to”, contestó molesta la Chicharrón. “Además, aquí las muchachas le pueden llevar todo a su casa si quiere. Todo lo que ordene del mercado de hecho. A ver, Sope, Tlacoyo y Chalupa, váyanse con la doñita para que le ayuden a cargar todo a la muchachita.”

“¡Ay qué buen servicio! Pachette cuando tengamos que hacer comida para la servidumbre, por favor compra todo aquí, es más barato y seguramente ni cuenta se van a dar. Nos vemos en la casa porque Jinx y yo no caminaremos, ahí que las muchachas te ayuden. Ciao!”

Me encontré con Miss Jinx ya en la calle. Salimos del mercado oliendo a comida con millones de litros de aceite, subimos a la camioneta y regresamos a casa a esperar a Pachette y a las ayudantes de La Chicharrón.

“¿Víste la cara con la que te vio la gorda esa? Te ha de haber odiado”, dijo Miss Jinx.

“Esa era la idea, dummy. El punto es que envió a sus ayudantes para que vieran la casa y vieran qué podían sacar de ahí para después robarla”.

Poco después llegó Pachette con Sope, Tlacoyo, Chalupa y además Pambazo y Paste (supongo que era de Pachuca) con todas las compras. Ahora entendía por qué les llamaban Las Fritangas, cada una era apodada con el nombre de la garnacha que vendía en el mercado…pretty clever…NOOOT.

De inmediato bajé y noté cómo miraban la casa de techo a piso como estudiando las entradas, la barda con seguridad, lo que había dentro, todo.

“¿Quiéren un vasito con agua, chulas? Han de venir cansadas”, dije para darles más tiempo de convencerse de que mi casa era la mejor para ser robada. “Tómensela con calma.”

Dos días por después, cuando ya estábamos listas para dormir, comenzamos a escuchar ruido en la barda trasera. Eran la Gorda Chicharrón y las Fritangas.

“Bueno Jinx, creo que estas analfabetas mordieron el anzuelo. ¿Estas lista?”, dije segura.

“Lista para enseñarles que su resentimiento social no las va a llevar a ningún lado. Al final no es nuestra culpa que la ciudad haya crecido tanto y existan tantas colonias de gente como nosotros junto a cinturones de miseria como el de ellas”, dijo Miss Jinx con elocuencia.

A veces me sorprende lo claridosa que puede ser Miss Jinx…

En fin, esperábamos a entraran a la casa sentadas en la sala tomando té con la luz apagada. Y cuando lo hicieron, dejamos que comenzaran a sacar algunas cosas, para hacerlas trabajar y luego impedirles que se llevaran siquiera un pelo de mis alfombras.

Cuando estaban por terminar, Miss Jinx prendió la luz y me presenté.

“Buenas noches, señoras”, grité cuando Miss Jinx prendió la luz. “Es muy probable que ustedes no me conozcan, porque claramente no pertenecemos al mismo ambiente, pero yo soy Bruna Burboise, ella es mi fiel compañera Miss Jinx y esas son mis cosas, así que las dejan en el piso y se entregan de manera voluntaria antes de que les demos una lección que las dejaría con unos cuántos huesos rotos.”

Confiaba en que con eso las ordinarias soltaran todo y se entregaran, pero no fue así…

“Vaya, así que la señora pipiris nice de hoy era solo una broma…pues te tengo una noticia Bruna, no vamos a irnos con las manos vacías porque esto de aquí y prácticamente todo lo que hay en esta colonia, nos pertenece por derecho. Así que mejor haste a un lado si no quieres sufrir las consecuencias…”, contestó retadora la Gorda Chicharrón.

“No me amenaces, gorda que no sabes con quién te metes”, respondí. “No entiendo por qué la gente como tú no entiende a veces que si són gordos, tienen que ser agradables y encantadores o no tendrán posibilidad algúna en este mundo… ¡Vamos Miss Jinx!”

Nos dirijimos hacia ellas y de pronto sacaron de sus bolsas del mercado cadenas, palos, cuchillos y…¿¿¿¿chorizo y tostadas???? Y como si no fuera lo suficientemente shockeante, comenzaron a hacer una línea de producción y cuando las tostadas estaban listas las aventaban hacia nosotras.

“Jinx! ¿¿¡¡Qué me he perdido!!?? ¿¿¿¿Nos están atacando con tostadas???? ¿¿¿For real???”, grité sorprendida.

“¡Pues parece que sí, pero cuidado Bruna, no dejes que te toquen pues al parecer la salsa verde está hecha de ácido!”

“¡¡¡Oh por Dios y yo en Chanel!! ¡Si lo estropean las mataré de verdad!”

Logramos esquivar unas cuantas tostadas, y al terminarse, se esparcieron por el lugar para rodearnos y cada una comenzó a sacar su garnacha de identificación para también atacarnos con ellas. Un sope me cayó en la cabeza y me deshizo las extensiones, pero además aventaban pambazos, pastes, chalupas y tlacoyos todos podridos y con una sustancia super tóxica que después nos enteramos al analziarla que era excremento de BB.

“Jinx!!!!!!!Quítame esta porquería de la cabeza!!!!!”, grite horrorizada. “Mis extensiones son carísimas gataaaaaa, no como ese pelo de polyester que traes encimaaa que seguro te cosieron a la cabeza!!!! Tú también tienes que parar!!!”

Miss Jinx como siempre cayó dormida y ni el sope mi pudo quitar. Trataba de hacerlo yo sola sin también dañar mi manicure y la Gorda Chicharrón me tomó por la espalda con una tira de chorizo con la que intentaba ahorcarme. Casi lo logra si no hubiera sido porque en la desesperación comencé a morder el chorizo para romperlo…¡con el asco y las agruras que me da!

“¡Estúpida gorda! Ni el chorizo que hiciste con tu madre muerta me vas a detener para darte una lección! ¡Con la comida no se juega!, dije con trabajo pues aun tenía cachos de chorizo en la boca que escupía con asco.

Apliqué mi boob kick technique y al momento de aventarla rodó contra la pared. Las demás se habían ido, y mientras terminaba de reponerme la Gorda Chicharrón también salió corriendo pero no eran tan listas. Dejaron una pista…

“PROXIMO SABADO GRAN KERMESSE DE CORONACIÓN DE LA REINA DEL MERCADO DE XOCHIMILCO: ROSINA RUBIO. INVITADA ESPECIAL: NIURKA MARCOS. VEN CON TU FAMILIA HABRÁN SORPRESAS, DIVERSIÓN Y ALGO MAS"

"Por qué a la gente naca le da por poner el "y algo más"?? Ogh...", pensé.

Cuando Miss Jinx recuperó el sentido le conté lo que había sucedido y le enseñé el volante del concurso…

“Miss Jinx este sábado iremos a Xochimilco y una de las dos le quitará la corona a esa gorda para que sepa quién manda aquí, lo que me hicieron esas peladas no se los perdonaré jamás”, dije resentida y enojada.

NEXT ON BRUNA BURBOISE

“Ahora sí perrita popofona, te voy a matar para hacerte trompo de tacos al pastor. Mi puesto va a estar repleto”, amenazó la Gorda Chicharrón.

“Primero te hago yo carnitas, pendeja!”, contesté mientras me acercaba para nuestro encuentro.

jueves, septiembre 18, 2008

Capítulo 4.8: Bruna Burboise en el País de los Juguetes (Parte 2)

Caminamos por los inmensos pasillos por un rato y en uno de ellos había lo que parecía ser un closet y alguien tocaba la puerta por dentro. Parecía que gritaba pidiendo ayuda.

“Pratz, ve y abre el closet mientras yo trato de despertar a Miss Jinx ya me cansé de cargarla, dice que no come, pero pesa como si comiera una caja diaria de panes de nata del Da Silva”, dije tratándo de no caer al suelo por el cansancio de cargar a mi amiga.

“Ahaaa lo abriré, pero me da miedo, qué tal si nos sale algo feo weeey”, contestó la muñequita.

“Abrelo y no me contradigas o te mando al anaquel de Barbie “Fiesta en Hawai””.

“No, no, no weeey yo qué hago ahí, además los amigos de esas skanks son super gays y nooooo, ¡no más gays en mi vida!”

Abrío el closet y en el fondo encontramos a Elmo temblando de miedo. Era lo único que me faltaba, que esta travesía se convirtiera en un spin off del Mago de Oz. Con lo que odio a esa escuincla idiota de tacones rojos de fichera. De ninguna manera sería la Dorothy de esta historia.

“Qué haces ahí encerrado?”

“Tengo miedo…tengo miedo de salir del closet…”, contestó Elmo.

“Jajajajaja, weeeey pues no se si lo sepas, pero en realidad eso es lo único que te falta, porque de lo demás no hay ninguna duda…”, dijo Pratz.

“Es que un perro vino y me encerró aquí. No quiero salir y volver a encontrarmelo”.

“Ahhh ese debe de haber sido Dagger ¿Pero por qué le tienes miedo a ese remedo de perro? Ladra y ladra pero no hace nada. Yo de un boob kick lo sentaría en el piso”, repliqué mientras me veía las uñas, mi manicure estaba hecho pedazos.

“Eso quiere decir que si salgo de este closet tú me protegerás linda perrita?” contestó Elmo emocionado.

“Primero que nada soy Bruna Burboise, no “linda perrita” y segundo, estás bastante grandecito como para que alguien tenga que defenderte, pero haré lo posible, siempre y cuando hagas lo mismo que le pedí aquí a la chaparrita: SILENCE.”

Así que emprendimos camino de nuevo Miss Jinx, Pratz, Elmo y yo en busca del mentado Titiritero.

Al dar vuelta en el pasillo de los coches y las autopistas, una ambulancia estaba en la mitad del lugar y varios Playmobil policias se encontraban marcando lo que parecía ser la escena de un crímen. Al acercarnos a ver lo que sucedía mi sorpresa no pudo ser mayor cuando frente a nosotros estaba el cadáver de Dagger.

“¡Oh por Dios! ¡Es Dagger! Máldita sea y yo que quería tener el gusto de eliminarlo…¿Qué pasó oficial?”, pregunté a uno de los juguetitos ochentenos.

“Pues el ahora occiso cayó de la última repisa del anaquel y aún no sabemos si alguien lo aventó o fue un suicidio pues no hay marcas de violencia”, contestó el hombrecillo.

“¡Ay eso de volar por los cielos está muy de moda últimamente y en el caso de este perro capado no lo dudaría oficial, porque usted no está para saberlo, pero el muy atascado se metía hasta la bola disco en cuanto antro visitaba cada fin de semana. No dudo que en una alucinación haya enloquecido y se haya aventado. Tenía muchas cosas por las que sentirse paranoico”, repliqué con tono un poco venenoso.

“Brunaaaa qué horror weeeey! Cero y van dos que hacen lo mismo. Ahaaa juro que dejaré en paz a Kitty.”

“Ay nada de qué horror, al menos este se lo merecía. No me da nada de tristeza lo que le pasó. En esta vida mis niños, todo, absolutamente todo se regresa”, dije a la Pratz y a Elmo.

“Al que obra mal, se le pudre el tamal”, respondió Miss Jinx en cuanto despertó.

“No esperaba menos de ti Jinx, eres siempre la cereza en el pastel... Sigamos nuestro camino.”

“Esperen. ¿Usted es Bruna Burboise?”, preguntó Playmobil detective.

“Sí, soy yo. Y ya que lo sabes por favor se discreto pues no quiero escándalos”

“Señorita Burboise es que encontramos una nota en el bolsillo de Dagger que va dirigida a usted. Supongo que él sabía que lo encontraría tarde o temprano.”

“A ver deme acá. ¿Qué podría quererme decir este pelele?” y arrebaté al detective la nota.

Bruna,

Cuando leas esta nota es muy probable que yo ya no esté con vida. He traicionado a mi amo y señor por darte esta información y pagaré con mi vida por ello. Busca la puerta de salida detrás del Teatro Guiñol.

Siempre te amaré.
Dagger


“Si claro, cómo no! Por mí quédate con todo tu amor. Yo quiero salir de aquí, tengo cosas que hacer y ya me cansé de jugar a Dorothy”, me dije a mí misma y rompí en pedacitos el papel, mismos que tiré al aire mientras caminaba dejandolos regados en el piso.

“¿Y ahora a donde vamos Bruna?”, preguntó asustado Elmo.

“Vamos a encontrar al titiritero para poder salir de una vez de este lugar. Siganme”.

No puedo negar que no me dolió la muerte de Dagger, pues debo confesar que lo quise y mucho, pero siempre supe que no sabía lo que quería y que yo era un juego para él y ustedes saben muy bien que yo no soy el juego de nadie.

Al fin vimos al fondo de un pasillo el teatro guiñol que suponíamos era la morada del Titiritero.

Para llegar más rápido habíamos buscado un vehículo cada quién, mismos que dejamos atrás para no ser percibidos. Yo iba en la limosina de Barbie conducida por Ken “Tengo la suerte de conducir para bruna Burboise”, Miss Jinx en una moto, la Pratz en patines y Elmo en un trenecito chu-chu más lento que él mismo cuando trata de pensar.

“Este es el plan. Pratz y Elmo llegarán a preguntar por el Titiritero tratando de despistar a las muñecas de porcelana que custodian su teatro. Todo tienen que hacerlo con cuidado de no levantar sospechas pues mientras ustedes las distraen, Miss Jinx y yo nos meteremos al teatro por atrás”, expliqué en voz baja. “Si las muñecas se dieran cuenta, aplíquenles un judo chop en la cara y se les romperá”.

“¿Judo chop?”, preguntó asustado Elmo.

“Sí, como este!”, contesté al tiempo que le daba uno para que se callara.

“¡Ouch! Ahaaaaa, yo ya entendí Brunaaaa a mí no me pegues weeey”, reía la Pratz.

El plan se puso en marcha y todo salió bien. Nos logramos infiltrar en la parte de atrás del teatro. Miss Jinx y yo buscábamos en la oscuridad al Titiritero y comencé a sentir que alguien mos miraba.

“Miss Jinx tengo la impresión de que alguien nos observa”, dije mientras caminaba de puntitas para no hacer ruido, pero no obtuve respuesta. “¿Miss Jinx?”

Cuando volteé Miss Jinx estaba suspendida con hilos en sus 4 patitas y con un masking tape en la boca. El Titiritero la había convertido en títere. Intenté correr pero fue inútl, aquél personaje era inmenso. Me tomó del tallé, me pintó la cara como payaso y me hizo lo mismo que a Miss Jinx.

Mientras la Pratz y Elmo distraían a las muñecas fingiendo que estaban perdidos buscando el castillo de Disney, las luces se apagaron y se prendieron las del teatro. Desconcertados, Pratz y Elmo voltearon a ver qué sucedía. En ese momento Miss Jinx y yo salimos a escena colgadas y manejadas por el Titiritero.

“Miren nada más a quiénes tenemos aquí, a Bruna Burboise y a su comadrita. Muy bailadoras y contentas, con sus caritas llenas de felicidad. Pero es una lástima que esas sonrisitas coquetas vayan a desaparecer pues hoy morirán, JAJAJAJAJAJA”, narraba el Titiritero burlón.

“Elmoooo, tenemos que hacer algo weeeey”, susurró la Pratz mientras fingía ver el show.

“Pero qué vamos a hacer Pratz, nosotros no somos superhéroes, a esos los dejamos en su orgía dos pasillos atrás, no están en condiciones de defendernos”, contestó aterrado Elmo.

“Pues ya se que no, si no creas que no me dieron ganas de quedarme a la fiesta, pero tendremos que hacer algo nosotros. ¿Weeeey cómo dijo Bruna que había que pegarles a estas gordas?”

“Mmmm era algo del karate…pero no me acuerdo….”, dijo Elmo confudido.

“¡Judo chop! Eso era weeey. A ver tu primero dale a la que está junto a ti y yo a la mía, después brincamos al escenario y las rescatamos. ¿Estas listo?, contestó la Pratz decidida. “Es hora de ponernos rudos, yeah!!!!”.

El Titiritero seguía moviendonos a sus anchas y disfrutando de su espectáculo así que no se dio cuenta de cuando la Pratz y Elmo rompieron la cara (literalmente) de las muñecas guardianas. Al tomar el escenario, el Titiritero detuvo el show.

“¿Qué hacen ustedes aquí?, preguntó enojado.

“Ahaaaaa es que queremos bailar con tus títeres weeeey”, contestó la Pratz.

“Sí, eso, eso. Nos encanta bailar, ¿verdad Pratz?” apoyó Elmo.

“Mmm está bien pero quédense donde los pueda ver…”

Con una de sus uñas largas, la Pratz logró soltarme dos hilos y fue cuando me zafé. Liberé a Miss Jinx y el Titiritero gritaba furioso. Todos los juguetes de la audiencia se pusieron histéricos al ver que estaba apuntándonos con una pistola.

Los gritos y la histeria colectiva lo distraían. Al soltar dos disparos hirió a Comiditas y a Max Steel, quienes no se salvaron.

“Jamás te dejaré ir, antes te mataré. Es mi venganza. Por tu culpa tuv que matar a Dagger. Por tu culpa me dejó de querer. ¡¡¡Te odio!!!”, gritaba enloquecido.

Miss Jinx apareció después con varias pistolas de dardos a las que les pusimos nuestros dardos tranquilizantes y los disparamos contra él. Dos segundos después se desplomó encima de su teatro dejándolo en ruinas. Los juguetes volvieron a sus posiciones pues se escuchaban pasos a la distancia de los dueños de la juguetería. La salida estaba detrás del teatro como había dicho Dagger. Solo al final de su vida fue sincero.

“Apúrense, se tienen que ir”, dijo la Pratz.

“Gracias por todo chaparrita, ustedes dos fueron los verdaderos heroes de esta historia”, dije con humildad.

“¡¡No te preocupes por nosotros weeeey, los juguetes nos han condecorado y han decidido que seamos royalty aquí!!”

“¿De verdad? Elmo, te lo mereces, eres más valiente de lo que crees. Siempre recuerdalo”, dijo Miss Jinx.

“Si weeey ahora yo me dedicaré a rockear como la realeza y que Elmo se encargue de ser rey, jijiji”, Pratz brincaba en sus tanconcitos por todo el lugar. “Vayanse. Y vuelvan cuando quieran”

Salimos por la puerta y de pronto estabamos en casa. Como recuerdo de nuestra travesía nos quedaron dos réplicas perfectas de Elmo y la Pratz que aun descansan en nuestro cuarto de TV.

martes, julio 22, 2008

Capítulo 4.7: Bruna Burboise en el País de los Juguetes (Parte 1)

El otro día me llegó una caja a mi casa que venía forrada con un papel muy llamativo, un gran moño de color y una tarjeta. Al abrirla sólo contenía un breve mensaje: “Pronto sabrás que hay que tener cuidado con lo que deseas…”

“Mmmm qué podrá ser…”, pensé intrigada. Me encontraba sola en casa pues Miss Jinx había ido a sus clases de ballet acuático (sí ya se que es lo más cheesy, pero ella dice que la relaja y gana elasticidad) y Madame La Rue estaba en pleno viaje astral en quién sabe dónde, pero cuando eso sucede ni la tomo en cuenta, me desquicia verla con los ojos en blanco y riéndose como tonta.

Así que abrí el paquete arrancando el papel de envoltura como cuando era niña y abría cada uno de los 365 regalos que recibía en Navidad. Siempre eran 365 porque yo decía que merecía un regalo por cada día del año y lo mejor del caso es que me los daban. Siempre tuve de todo, muñecas, casitas, patines, bicicletas, osos de peluche, etc.

A veces extraño mucho ser niña. El solo hecho de no tener que decidir sobre nada y solo pedir y pedir y pedir y recibir y solo recibir. No tendría ninguna preocupación, ni tendría que matar gente, ni misiones en las que arriesgo mi vida y la de quienes me rodean.

Por eso es que haber recibido un regalo me emocionó desde que ví la caja en el recibidor. Cuando ví lo que contenía me desconcerté un poco. Era una gatita de peluche vestida como Jackie O con un trajecito sastre color rosa pastel y un collar de perlas alrededor del cuello. Su nombre era Pussy O.

“¿Quién habrá enviado esto? Seguramente es alguien que me conoce y sabe que idolatro a Jackie O, ¿pero por qué enviarme una gata si saben que las detesto?”

Debo de admitir que Pussy O era lo más lindo que me habían regalado en años, aun con todo el SWAG que recibo por ser una celebridad. Pussy O era casi de mi tamaño y se podía detener en pie sola sin necesidad de recargarla. La única peculiaridad que tenía eran sus ojos. Eran rojos y tan misteriosos que podías quedarte viendolos por un rato y no darte cuenta.

Dejé a Pussy O en el vestíbulo y seguí haciendo otras cosas. Cuando llegó Miss Jinx corrí a enseñarle el regalo y a preguntar si ella sabía de quién era pero no tenía ni idea. Miss Jinx es tan impresionable que vio sus ojos por un rato y cayó dormida.

Cuando despertó nos sentamos a observar a Pussy O sentadas en la sala. Miss Jinx notó que en la parte inferior de la patita tenía un botón amarillo.

“¿Por qué no lo apretamos? ¡A lo mejor hace algo! ¡¡Imaginate que camine o algo!! Sería el centro de mesa perfecto para la sala, seguramente es arte objeto que me envió algun artista”, dije emocionada.

“Pues no se…¿y si es una bomba? Enemigos tienes…”

“Ay claro que no, a ver pícale”.

Miss Jinx apretó el botón y Pussy O pareció cobrar vida, sus ojos comenzaron a tintinear y nos hizo caer en una especie de hipnosis. Solo recuerdo haber visto una espiral en los ojos de la muñeca y sentir que caía lentamente en una especie de sueño profundo.

“¿Donde estamos? ¿Qué pasó?” preguntó Miss Jinx desconcertada.

“No lo se Jinx pero no estamos en casa y lo último que recuerdo es que esa gata disfrazada de Jackie O tuvo que ver con que no estemos ahí. Por eso siempre digo que no hay que confiar en las gatas. Lección aprendida”, dije mientras me levantaba y me sacudía. “Ahhhhhhhh!!!!!!! Me puedes explicar qué clase de outfit es este??????”.

Miss Jinx y yo vestíamos vestidos pompones con crinolina debajo, calcetas largas y zapatitos de charol, así como moños en la cabeza y chapitas color betabel.

“Bruna pareces una mala versión de un personaje de Cri Cri”, dijo Miss Jinx muy risueña.

“Cállate, tu pareces muñeca de trapo vomitada por Cositas. So washed out”.

Comenzamos a caminar y poco después nos encontramos con una sorpresita de 1.50 mts. con look super urban fashion después de una larga noche de fiesta y 4 litros de vodka Belvedere encima.

“Weeeeeey, estoy muy borracha, ayúdame, ahaaaaaa?”, dijo con trabajos. ”Es que se me atoró el tacón en la coladera mientras buscaba el cigarro que se me cayó weeeey”.

“¿Tú quién eres?”

“Ahaaaaa soy una Bratz weeeeey, ¿qué no me ves? Soy super bonita. Hoy se me pasaron tantito las cucharadas porque fui de fiesta. Todos me llaman Pratz y tú weeeeey”.

“Yo soy Bruna Burboise y ella es Miss Jinx y estamos perdidas. ¿Tienes idea de dónde estamos? Supongo que no y por tu estado no se si confiaría en lo que dijeras, no pun intended hun”.

“Jajajaja y por qué están vestidas como muñecas del año mil weeeeey, lo de hoy son las chiquifaldas, el super maquillaje y los tacones mega altos, a mí me suben como 15 cms.”

“Mmmm no estamos vestidas así por gusto. Así aparecimos aquí. ¿Sabes o no sabes dónde estamos?”, respondió Miss Jinx molesta.

“Ay weeeeeeeey qué carácter…Estamos en el mágico mundo de los Juguetes. Yo soy un juguete y por lo visto ustedes también.”

“Si nada más que hasta en los juguetes hay clases, porque tu eres como “urban trendy” y nosotras en todo caso somos muñequitas de porcelana hermosas”, dije.

“Y viejas…”, contestó la Pratz. “¿Weeeeeey tienes Kitty? ¿Annie? ¿Posh? Llevenme a Marivichi ahoraaaa”.

“Miss Jinx vámonos no tenemos nada que hacer hablando con esta borracha. Ya está alucinando”.

“¿Puedo ir con ustedes? Es que aquí estoy solita…mis amigas siguen de fiesta y Barbie no me quiere”

“Por algo será…pero bueno, puedes acompañarnos siempre y cuando camines derechita y no abras la boca mas que cuando te lo pidamos”

“¡¡Son mis nuevas mejores amigas!!”

“Yupi”.

Seguimos caminando y en uno de los pasillos vimos a Pussy O. Corrímos tras de ella para alcanzarla y que de una vez por todas nos dijera por qué nos había llevado ahí. La Pratz resultó ser más útil de lo que pensamos pues durante la carrera lanzó su bolsa (que era más grande que ella) y cayó encima de la cabeza de Pussy O tirándola de inmediato al suelo.

“Ahora sí gata de porquería, nos vas a decir por qué nos trajiste a este lugar y quién te mandó. Y de paso quítate este disfraz que deshonras a Jackie O”, grité.

“Weeeeey yo que tú no me metía con el outfit, mira que tú no estás muy padre”, dijo la Pratz pícara.

“Reina, ¿qué te dije de quedarte calladita a menos de que te dejara hablar? Cierrala. Así. Como con un candadito”, contesté contrariada.

“Weeeeey pues es la neta!”

“Pratz, mejor cállate antes de que te suelte un judo chop y no sabes lo que es eso”, dijo Miss Jinx a Pratz a manera de consejo.

Los ojos de Pussy O comenzaron a tintinear de nuevo. Miss Jinx y yo nos tapamos los ojos de inmediato pero la Pratz cayó en el hechizo.

“La luz…la luz…qué bonita luz…hola lucecita…jolaaa.. jolaaaaa ¿me llevas con Annie?”, decía hipnotizada.

“Pratz nooooo!! No veas la luz!!” y me avalancé sobre de ella mientras Miss Jinx se sentaba con su vestidote encima de la cara de Pussy O.

“Very L Word of you, Miss Jinx!”

“Ay cállate Bruna que fue lo primero que se me ocurrió para que esta tonta dejara de ver la luz”.

Los ojos de Pussy se apagaron y perdió toda movilidad y vida. Volvió a ser una gata de juguete. Y justo cuando pregunté quién estaba detrás de todo esto, obtuve mi respuesta.

“Nos volvemos a ver Bruna…Yo soy quien te traje aquí…” dijo una voz de hombre que me parecía extremadamente conocida. “Y si leíste bien la tarjeta que traía el regalito que te mandé deberías saber que hay que tener mucho cuidado con lo que se desea y tu deseaste ser niña otra vez…supongo que me equivoqué un poco y en lugar de niña te convertí en juguete.”

“¿Quién eres? ¡sal de donde te escondes cobarde!”

“Bien, si así lo quieres, tus deseos son órdenes…¿Cómo estás Bruna?”

“¿¿¿¿Dagger????”

Miss Jinx cayó dormida en ese instante.

“¡Voila Bruna Burboise! ¿Creíste que después de todo te ibas a deshacer de mí? Qué equivocada estabas. Yo no soy ningun jueguito, tontita. Así que a mí no me vas a tratar como tratas a todos los demás”.

“Dagger, por favor. La última vez que nos vimos te dije que no eras mas que un perro de peluche chafa de los que salían con el Tío Gamboín brincando y haciendo estupideces y lloraste, ¿y ahora vienes a decirme que te vas a vengar? ¿Cómo? ¿Vistiendome de muñeca? ¡Buuuuuaaaaa eres malo!” contesté sarcástica.

“Estoy harto de que te burles de mí Bruna”.

“No si no me burlo, pero a quién quieres engañar…tu y yo jamás hubieramos podido estar juntos, porque eres un perro faldero. Mejor regresate con tu dueño, ahí es donde perteneces.”

“No me conoces Bruna. Por lo pronto te cuento que salida no hay de aquí. Todo estuvo arreglado para que no haya marcha atrás y tu seas una linda muñequita por siempre.”

“Mmmm si claro. Si tu crees que voy a estar vestida así por siempre te equivocas. ¡Dime con quién tengo que hablar ahorita mismo o te trueno los huesos y entonces no solo serás perro faldero sino además cucho!”

“Ay si weeeeey ya dile que se pone bien loca y luego tú no la aguantas”, dijo la Pratz.

“Reina, seguimos con el problemita de que hablas cuando no te lo pido, ¿te acuerdas? Shut it bitch! Eso significa si no sabes inglés ¡cállate perra!”, contesté.

En el momento en el que volteé para seguir en la conversación con Dagger, él había desaparecido dejando como rastro una nota que decía: “Si crees que eres tan lista, busca al Titiritero a ver si deja que te vayas. Mucha suerte. D”.

“Pues no se quién diablos sea el Titiritero pero lo vamos a averiguar y nos vamos a ir de aquí porque nadie le hace esto a Bruna Burboise. Pratz, carga a Miss Jinx y empieza a caminar. Ese Dagger me las va a pagar.”

“Ay Bruna ves mucha televisión weeeeeey…”, dijo la Pratz.

“Ya te dije que te calles” dije mientras caminabamos por los interminables pasillos del Mundo de los Juguetes con la esperanza de encontrar al Titiritero y poder volver a casa.

miércoles, julio 02, 2008

Capítulo 4.6: Quinceañera (Parte 2)

“Mira nomás que re chula te ves mijita!”, dijo gritando frente a todos los invitados. “Ven mamacita, te voy a presentar a toooda la gente que vino a conocerte el día de hoy”.

“I can´t hardly wait, señora…”, repliqué sin interés.

Ustedes se preguntarán por qué siendo como soy no hice una escena de las que acostumbro. Bueno dos cosas, la primera es que evidentemente me había tomado mis mommy’s little helpers para no sufrir tanto al momento de ponerme el ajuar que tan amablemente me había sido impuesto regalado y la segunda razón era sencillamente porque ya estaba planeando cómo vengarme de la vieja ridícula esa.

Así que haciendo gala de toda la diplomacia de la que soy capaz, saludé a cuanto naco me presentaron. Porque vamos a ser honestos, esta gente podrá ser crème de la crème o incluso celebridades del mundo latino en Los Angeles, pero a leguas se ve que todos son descendientes de wetbacks que casi siempre salen del país buscando una mejor vida porque en México…¡sólo son sirvientes! Así que estaba yo en una fiesta de puros sirvientes venidos a más y no me gustaba nadita la idea.

“Jinx, hasta Cande nuestra muchacha se ve más fina que estos, ¿por qué les tengo que hacer reverencias? ¿qué no es al revés?”

“Ay Bruna, ¿qué te digo? Estoy igual de sorprendida que tú y eso que no tengo complejo de española como tú”, contestó Miss Jinx confundida.

Comenzaba a pensar en que el Alcalde me había contratado con una falsa amenaza de atentado en su contra y armado todo el numerito pues le salía más barato que contratarme como guest star. Seguramente se enteró de mis honorarios por asistir al cumpleaños de aquél principe de Medio Oriente y se espantó. El punto es que yo no veía amenaza por ningun lado. La casa estaba llena de seguridad y me aprecía poco probable que alguien pudiera entrar a esa templo churrigueresco con facilidad.

La noche transcurría llena de “folklor mexicano” (siempre a la gringa, claro): mucho mariachi de trajes rojos, concheros con penachos intensos, un ballet con vestidos típicos de Veracruz en colores pastel, una señora con un frutero en la cabeza y demás atrosidades.

“Miss Jinx estoy a dos de arrancarme este moño de la cabeza, ¿ni siquiera pudieron darme uno de tela? Este es de regalo y ni se usa así, ¡de donde sacaron tal barbaridad!”, dije furiosa cuando fuimos a retocarnos el maquillaje. “Estoy hartaaaa”.

“Calma Bruna, las dos parecemos piñatas, pero estamos trabajando.”

“Trabajando nada Jinx, esta gente no está en peligro”, contesté indignada. “Solo nos quieren para embellecerles la fiesta, y lo entiendo la verdad, ¡¡pero yo no tengo por que mezclarme con tanto pocho!!”

Al salir del baño, Candy la muchacha del servicio nos interceptó y nos llevó a la cocina pues necesitaba decirnos algo.

“A ver Candy, cuentanos qué sucede y hazlo rápido que si Conchita se entera que estamos aca va a creer que también la hacemos de sirvientas y eso sí que no”, dije apresurando a la muchacha.

“Mrs. Concha es mala”, dijo casi susurrando. “Ella es la que quiere matar al señor pues quiere quedarse con su dinero y su puesto”

“¿¿¿El crimen de la moda en dos patas???” pregunté sorprendida.

“Si eso aseguraría a Mrs. Concha seguir explotando a los niños pobres del condado. Yo misma la he escuchado hablar de sus planes con su comadre cuando les sirvo su café de olla todas las tardes.”

“Corriente y trepadora…Combinación letal ¿Pero para qué quiere a los niños?”

“Ella los explota a sus anchas”.

Para no levantar sospechas salimos con unas charolas de bebidas cuando Concha comenzó a gritar:

“Caaaaaaandy!!! Trae el mezcal del señor. Y apurate que ya se le esta bajando la borrachera y tú no lo aguantas en las noches cuando está sobrio”, gritó descocida enfrente de los invitados que rieron con su chiste.

“Qué pesada es esta señora…Jinx agarra la charola y sal, vamos a pretender que haremos un baile en honor de la quinceañera, porque si nos descubre va a sospechar que ya sabemos qué trama”.

Salimos de la cocina cargadas de una charola con varias copas y una botella al centro. Fue lo primero que se nos ocurrió.

“¿Bruna estás segura de esto?” susurró Miss Jinx temerosa.

“Cállate y sigueme la corriente. ¡Y ni se te ocurra dormirte!”, contesté sonriendo a la concurrencia que estaba ansiosa por saber qué haríamos.

“Ahora damas y caballeros Miss Jinx y yo bailaremos para ustedes una danza típica mexicana en honor de nuestra festejada que mañana será presentada como señorita en sociedad, la bellísima Nayeli Haydée.”

Sonaron los aplausos y comenzamos a bailar, primero en círculo para un lado y luego al otro, la verdad no sabía ni qué estaba haciendo pero tenía que seguir. Cuando vi a Miss Jinx medio mareada decidí cambiar el paso y ahora ibamos hacia delante y hacia atrás siempre con la charola arriba. Luego las pusimos en el piso y comenzamos a servir copas y después las prendimos.

Mientars el alcohol se consumía seguimos dando vueltas. La concurrencia aplaudía complacida y justo cuando pasaba por donde estaba Concha, “tiré” sin querer una de las copas encendidas en su elaborado chongo de pelo sintético y obviamente se comenzó a quemar al instante.

“Mi pelooooo! Mi peloooo!” gritaba histérica.

“¡¡Oh por Dios!! ¡¡¡Qué tooooonta soy!!! Pero alguien me metió el pie…” dije inocente. “Dejeme ayudarla por favor”.

En la torpeza del momento Jix tiró su charola encima de Concha y el vestido que evidentemente era de tela corriente también se incendió. Concha terminó mojada y sin pelo tirada en el piso.

“Ay Sra. Concha estamos apenadísimas con usted por lo sucedido, solo queríamos hacer feliz a Nayelli Haydé”, dijo Jinx compungida.

“No se preocupen…ya mañana será otro día…”

“¡Ya se! Llamaré a una amiga muy especial para que sea la celebridad invitada el día de mañana y la fiesta luzca muchísimo, ¿le parece?”, pregunté.

“Si, has lo que quieras…” dijo subiendo a su cuarto.

Good. Bruna Burboise 1, la naca de Concha 0.

Al día siguiente hice una llamadita.

“Hola, Pau? Cómo estás corazón!!”

“Bruna eresh tu? Oh por Diosh, hashe añosh que no she de ti weeeeeeeeeeeeeey!”, contestó emocionada Paulina Rubio.

“Oye reina fíjate que en la noche tenemos una fiestecita muy importante y quisiera que vinieras a cantar una canción”.

“O shea obvio voy weeeey, nada mash porque tú me lo pidesh haré un shtop a mis enshayos para el conshierto de Alash wey y me lansho para allá. Viva la generashion!!!!”

“Ok, aca te veo. Traete tu dulceria completa, aca todos son muy golosos”, dije para finalizar y colgué. “Esta mujer está muy loca, ya se le van las cabras muy feo, pero bueno ella será quien termine con todo esto.”

Nos dedicamos a arreglarnos durante el día porque como seríamos damas nos pondrían hasta la maceta en la cabeza y 40 kilos de maquillaje.

“No cariño, yo no uso Angel Face. Lo mínimo que dejo que me pongan en la cara es MAC. Si no tienes, ni se te ocurra tocármela”, dije a la maquilllsta. “Como me van a peinar, quiero que tengan cuidado estas extensiones son carísimas, no son del Sally Beauty Supply como las de las demás, así que con muchísima delicadeza”.

“Oh no, no quiero comer, gracias. Me bota la panza y como el vestido es de satin verde, no me vería bien. Es que si nadie tuvo buen gusto para elegir los vestidos y las telas, yo tengo que tenerlo para no verme panzona como todas las demás, seguí diciendo. “Oops, chicas, no sabía que estaban aca, pero bueno ya lo escucharon. Se ven panzonas. Igual con una faja se les disimula, pero no son milagrosas.”

“¿Bruna qué te pasa?” preguntó Miss Jinx consternada.

“Lo siento Jinx. En todo este tiempo no he dicho nada horrible y me he aguantado. En este momento es superior a mí”, contesté.

“A ver tú Candy, traeme champaña no este vino espumoso que no soy tonta. Vi unas botellitas en la cava del señor. Abrelas y vente que te invito una copa. Si preguntan quién fue les decimos que fue Concha en depresión.”

Seguí con mis demands toda la tarde. Estaba harta de ser tratada como si yo fuera cualquier persona.

Y asi transcurrió la iglesia, parte de la fiesta, la gatita esta bailó su bailecito, brindaron con ella, le regalaron hasta un guajolote para hacerlo mole y todo siempre con el hilo conductor de toda esta aventura: el pésimo gusto. Voy a obviar que tuve que bailar un cachito del vals porque ni todas las drogas del mundo me van a borrar ese momento de la mente y no pienso compartilo aquí. En el momento justo invité a la concurrencia a sentarse y no seguir bailando la Macarena.

“Y ahora con ustedes la sorpresa que tenía preparada para ustedes….PAULINA RUBIO!!!!”

Paulina salió y mientras cantaba repartía unas bolsitas entre el público. Todos las abrían y veían que traían unas pastillitas de colores y las comenzaron a comer pensando que era la colación.

“¡Qué buena idea Bruna, mira que traer a tu amiga la Paulina! Oye y qué detallazo que nos trajo estas mentitas. Están un poco amargas ¿no?”, dijo extrañada Concha.

“Ay no Concha como crees es que son francésas, tú comtetelas, andale…” contesté.

Las mentadas pastillas no eran mentas. O sea estamos hablando de Paulina Rubio…¡eran tachas!

Asi que en menos de media hora todos los invitados incluyendo a la quinceañera, el Alcalde y Concha estaban en la pista trabados baile y baile y sude y sude.

“¡¡¡Como la vesh Bruna!!! ¡Ahora shi la fieshta comensho weeey! ¡Viva la generashion! Y puesh me voy a otra fieshta allá en casha de Eugenio, a ver shi le caes weeeey”, dijo mientras se iba.

“Si, si gracias por el favor querida…y por los dulces, no esperaba menos de ti ¡Ciao!” contesté.

Todos, incluso los guardaespaldas del Alcalde estaban bajo los efectos del extásis. Asi que ni cuenta se iban a dar de si algo sucedía.

“Jinx vigila a Concha mientras yo veo la manera de sacar al Alcalde”.

Buscaba una salida y de pronto sentí un jalón de pelo. Era Concha que con lo trabada que estaba era lo único que podía hacer, pero traía una pistola en la mano y me estaba apuntando en la sien.

Miss Jinx no fue de mucha ayuda porque como siempre se quedó dormida y yo moría de miedo de que en un impulso descontrolado me disparara de verdad. Así que decidí tomar al toro por lo cuernos, en este caso a la tamalera de las greñas y arriesgarme.

La tomé del escote de corazón y le jalé el vestido con todas mis fuerzas.

“Así mato dos pájaros de un tiro. Te pongo en tu lugar y me deshago de tu vestido que desde que te vi con él tengo ganas de gritarte que es HORROROSO!!!!!!!!!”

“Tu no me vas a detener, yo voy a matar a mi marido y quedarme en su lugar” dijo con la mandibula trabada.

“Por supuesto que no, ¿tú sabes lo que sería eso? Años de mal gusto y nacadas. Te acabo de grabar y tengo pruebas para fundirte en la cárcel donde solo podrás vestirte de naranja”

Sin que se diera cuenta amarré un arnés en su cintura, envolví lo que quedaba de su vestido y la colgué en el centro del salón. Aproveché que todos estaban fuera de sí y les pedí que se acercaran.

“Y con ustedes…LA PIÑATA!!!!!! ¡A ver Nayelli Haydé, tu primero, mana! (OK, lo naco se pega…)

La quinceañera tomó el palo y como veía luces de colores en el vestido de Concha comenzó a pegarle y así fue pasando de uno en uno cada invitado. Hasta Jinx reaccionó y como le encantan las piñatas participó en aquel linchamiento involuntario. Concha murió mal vestida y a palazos. Saqué al Alcalde del lugar y le dí la cinta que incriminaba a su esposa.

“Gracias Srita. Bruna. Usted es muy atractiva y yo viudo, ¿quisiera casarse conmigo?”, preguntó románticamente.

“Jajajaajaj Alcalde, qué detalle tan más pretencioso de su parte….A ver, dejeme explicarle: usted es un ranchero bigotón y sin educación que tuvo suerte y llegó alto, yo en cambio, nací en cuna de oro y si algo me sobra es clase. ¿Usted de verdad cree que yo merezco alguien como usted? No lo creo. Búsquese otra Concha…¿quedó claro verdad? ¡Hasta luego!”, dije riéndome burlona.

“Jinx vámonos que Eugenio y Paulina nos esperan, me urge estar con los míos y que me traten como lo que soy…una perra bipolar fabulosa y adorable…”, y ambas salimos del lugar mientras nos quitábamos aquellos espantosos vestidos.

lunes, junio 16, 2008

Capítulo 4.5: Quinceañera (Parte 1)

Estando de veraneo en Punta del Este con Miss Jinx nada me importaba mas que el sol, los martinis y el tiempo entre amigas. Necesitaba huír de la vorágine de la ciudad después de haber encerrado a E.Morsa. Poco después sucedieron algunas cosas que me quitaron la tranquilidad que siempre he defendido con recelo y por las que no creo en el amor, los arrumacos y las palabras bonitas. Al final, todo es igual.

Y es probable que noten un poco de rencor en mis palabras y por una vez en la vida los dejaré tener la razón. El punto es que estoy cansada. Por eso huí con mi incondicional amiga a este paraíso donde nadie nos molestó.

Tomaba el sol plácidamente y Madame La Rue llamó para darnos la nueva misión:

“Madame La Rue, ¿qué parte de no quiero que me molesten no entendiste?”, dije enojada.

“Lo siento Bruni, pero esto es importante. Tienes que ir a Los Angeles”.

“¿A una premiere? ¿Entrega de premios? ¿Cameo en alguna película?” contesté entusiasmada (solo eso podía devolverme la sonrisa).” Por cierto queridita, tengo un reclamo: cuando acepté salir en un episodio de Ugly Betty, me ofrecieron ropa de diseñador, pero nunca me dijeron que me darían ropa de la línea del obeso de Perez Hilton para Hot Topic. Mi papel era de una chica problema que hacía la vida imposible a Betty, no de una indigente!”

“Bruna, pero las chicas problema no se visten de Chanel, si entiendes ¿no?”, dijo irónica Miss Jinx.

“Si tu crees que por haberle hecho el favor a Salmita y aparecer en su show de porquería tenía yo que ser un cliché andante con ropa de ínfima categoría, estás muy equivocada. ¡Me niego a volverlo a hacer!”

“Relajate Bruna, nada de eso es la razón por la que irás a Los Angeles. Tienes que ir a custodiar a la sobrina del Alcalde Rovirosa, de Anaheim. Un tipo muy poderoso pero con muchos líos por la cuestión de los inmigrantes mexicanos. Al parecer es demasiado izquierdista para el gusto del actual gobernador.”

“Y la niñita que tiene que ver”, pregunté confundida.

“Bueno, pues ella está a punto de hacer sus XV Años y el Alcalde y su esposa serán los padrinos, pero temen que pueda haber un atentado”.

“¡Pero qué mal gusto! Los XV Años ya no se deberían de hacer. La gente fea tiene costumbres horribles como esa.”

“Y lo peor es que hasta quemadas salen las pobres niñas por hacer los bailes horrendos que les ponen con tal de que se luzcan”, replicó Miss Jinx.

“Pues si, pero tienen que ir. Ya arreglé con el Alcalde que ustedes sean parte del cortejo de la Quinceañera, serán sus damas.”

“¿¿¿QUEEEEEE???¡¡¡NOOOOOOO!!! ¡Me niego! ¡Absolutamente no! ¡Por mí que lo maten a él y a toda su prole, pero JAMÁS me verás de dama de nadie. ¡No nací para ser dama de nadie!” dije histérica.

Al ver el ataque de histeria que me dio, Miss Jinx amablemente me cacheteó para hacerme reaccionar.

“¡Bruna! Ante todo somos profesionales y estamos comprometidas con nuestros clientes. ¡Así que compórtate!”, gritó.

“Miss Jinx es que no lo entiendes…yo ya fui una quinceañera…por culpa de mi abuela Molly y mis tías Mika y Manuelupe, no son bonitos recuerdos.”

“Agarra tus cosas, tómate tus 30 pastillas y vámonos que el avión sale en unas horas”.

Ya más drogada resignada en el avión leí todo lo que pude sobre el Alcalde Rovirosa. Al parecer era un hombre intachable, con una carrera política consistente y siempre luchando por los derechos de los inmigrantes. A últimas fechas se había metido en controversias por el tema de la muralla que EU piensa erigir en la frontera con nuestro país.

Yo me pregunto, ¿qué tienen de malo mis mojaditos? Son la mejor ayuda en cuanto a trabajo pesado se refiere: en casa, en el jardín, en el campo, en las construcciones. We love our help!

Cuando llegamos al aeropuerto de Los Angeles una camioneta blindada nos esperaba. Una mujer bajó del vehículo y nos recibió. Su expresión era seria y llevaba lentes oscuros.

“Bienvenidas señoritas, en un momento estaremos saliendo al condado de Anaheim donde se reunirán con el Alcalde Rovirosa para que les de más detalle de la situación”, dijo la mujer.

“Ahh qué considerado mi Alcalde, nos mandó celebrities look-alikes para sentirnos como más en confiaza. Tú eres la de J.Lo, ¿cierto? ¡No puedo esperar a ver a la doble de Carmen Salinas con su cuerpo de tamal mal amarrado!”

“Bruna…no seas imprudente”, me pellizcó Miss Jinx.

“Se equivoca señorita, yo soy Julia, la asitente personal del Alcalde”.

“Bueno, pero no te ofendas reina, que te hice un favor. Malo que te hubiera dicho Ninel Conde”.

“Bruna, ya por favor…”, murmuró Miss Jinx apenada.

“E insisto en que le hice un favor, pero bueno. A ver. Julia, ¿verdad? Sube las maletas y vámonos que tengo mucho calor”.

Mientras ibamos en el coche veía cómo se alejaba de nosotros la ciudad que suelo visitar de cuando en cuando en busca de reflectores y poco a poco todo se tornaba más común. Los suburbios aparecían, las SUVs de señoras con niños, la vida común comenzaba a tomar forma.

Llegamos a casa del Alcalde. Aquello era una reproducción de una Hacienda mexicana pero al estilo gringo evidentemente. El Alcalde podía ser todo un luchador social, pero buen gusto no tenía y después de ver a su esposa lo confirmé: “La Criada bien Criada” reencarnó en ella, con todo y el pelo negro chinisimo y con frizz y el lipstick rojo en el diente.

Julia nos presentó a la señora, pues el Alcalde no llegaría sino hasta más tarde a la cena.

“Señora, encantada de conocerla. Hermoso hupil por cierto, lo compró con nuestras artesanas en Chiapas, ¿cierto?”

“Ay no mana, si no puedo salir del país, mi residencia aun no está finalizada, aun estando casada con mi baquetón, ¿tu crees?”, contestó jocosa. “Lo compré acá en la boutique de mi comadre Estelita, de hecho les compré uno a cada una con todo y accesorios para la cena de esta noche con mi marido, ¡ojalá que les gusten chamacas!l”.

“Muero por que llegue el momento de probarmelo, señora.”

“Ay no mija, señora no, si soy apenas unos años mayor que tu, llámame Conchita.”

“De acuerdo…Conchita”, dije pausadamente. “Miss Jinx sácame de aquí por favor, me estoy mordiendo la lengua para no decirle algo horrible, su pelo me tiene hipnotizada…”

“Si nos disculpan, quisieramos recostarnos un rato, el viaje nos ha dejado un poco cansadas.”

“Ay pasenle mijitas, pasenle, están en su muy humilde casa,” dijo Conchita extendiendo los brazos tan largos como pudo marcar que su casa era inmensa.

Miss Jinx tuvo que hacer gala de sus dotes de masajista para poderme quitar el nudo que tenía en la espalda de la tensión que me había causado el encuentro con Señorita Jocosidad Mexicana 2008.

Nuestro cuarto era un espanto. Ya mencioné que esto era una reproducción a la gringa de una Hacienda. Bueno, pues a eso hay que sumarle colores chillones mal combinados y además motivos “mexicanos” en la pared. Los muebles eran todos de herrería y madera. Y las cortinas combinaban con la colcha de la cama. Sí, colcha. No edredón. Parecía que estábamos en el peor hotel de paso de Tijuana.

Descansamos por un rato y nos citaron para cenar un par de horas después. Abrí el closet para ver el bendito vestido que Conchita nos había dejado. Los accesorios estaban de terror así que me imaginaba algo peor y no me equivoque.

“Miss Jinx no me puedo poner esto. ¿Es una broma cierto? Esta señora no puede estar hablando en serio…”dije sorpendida.

“¿Bruna acaso no la viste? “Es un alebrije con patas y boca. Es más estrafalaria que cualquiera de tus tías”, contestó Miss Jinx.

“¿Por qué crees que las evito lo más posible? Ay Diosito, nunca te pido favores porque todo me sale bien siempre, pero por favor que nadie nos vea vestidas así.”

Cuando me vi en el espejo no podía más que sentirme humillada: vestida con un huipil blanco con todos los bordados en rosa mexicano y amarillo canario, aretes inmensos de color dorado fake, collares de colores chillones y sandalias blancas sin ningún tipo de altura añadida. El maquillaje tenía que ser tenue pero del coraje se me pasó la mano y encima de todo tuve que ponerme un moño gigante color rojo con una trenza postiza. Me veía espantosa. Y no dejé a Miss Jinx verse mejor, así que imagínen el cuadro.

Un detalle que nadie nos comunicó fue que la cena era más bien una celebración en nuestro nombre. No cenaríamos únicamente con el Alcalde. Y pensándolo bien, ¿cómo se me pudo haber ocurrido tal tontería, si por supuesto la Conchita esta tenía planeado un fiestón mexicano para presumir que la internacionalmente conocida Bruna Burboise se hospedaba en su casa?

Así que bajamos muy quitadas de la pena y cuando nos dimos cuenta, lo más selecto de la sociedad latina californiana nos aplaudía mientras bajábamos las escaleras y nosotras vestidas como piñatas humanas….esa Conchita me las iba a pagar. Una despelucada de menos le daría. Lo juro.

viernes, mayo 16, 2008

Capítulo 4.3: El Temible Sr. Morsa y la Legión de Fashion Zombies (parte 2)

Estaba tan emocionada por ver mi vestido después de la sesión de regresión con Corgani que no podía casi ni estarme quieta en un solo lugar.

Sabía que quedaría espectacular pues yo había sido parte de la realeza francesa en tiempos de María Antonieta. Mol me enseñó el bosquejo del mismo y quedé complacidísima.

“Miss Jinx, ¿en algún momento dudaste que yo fuera parte de la realeza en mi vida pasada? ¡Yo nunca! Toda mi elegancia y glamour nunca hubiera sido posible si hubiera sido una simple campesina…”, dije con soberbia.

“Ay si Bruna qué emocionante…más motivos para tener el ego a tope…”, contestó Miss Jinx ácidamente.

“Envidiosa”

“Drogadicta”

Madame La Rue interrumpió nuestra pequeña pelea diaria para trabajar en el plan. Había conseguido que yo modelara el vestido en la pasarela de esa noche, por supuesto como la estelar, pues sabía que solo así aceptaría hacerlo. Yo tendría llamado para maquillaje y peinado mucho antes así que tendríamos tiempo de inspeccionar el lugar y sobre todo observar con mucho detalle todos los movimientos de E.Morsa.

En ese momento recibí una llamada justo de él y con una familiaridad obscena me citó a las 6 pm para el ensayo y arreglo.

A partir de ahí el teléfono no paró de sonar. Si no era E. Morsa invitándome a 35 eventos más o era otro de esos PRs que dicen que son PRs nada más porque conocen gente y la pueden convocar a eventos de quinta categoría.

Por fin llegó el día de la gala y me presenté puntualmente tal y como me lo solicitaron. Fui recibida por el bendito E.Morsa y por fin lo conocí en persona.

“Bruna, qué gusto verte, bienvenida y gracias por participar”, dijo ceremonioso.

“Cariño de mi vida, por fin nos vemos las caras. Ven, acércate un poco, necesito decirte algo.” Lo tomé de una oreja y le dije: “No somos amigos, no te conozco, ni quiero. Te voy a pedir que dejes de acosarme con tus invitaciones. No me interesan tus eventos ni tus marcas, ¿está claro?”

“Srita. Burboise me está lastimando…”

“¡Ay tan grandote y tan chillón!”, grité. “Bueno ahora dime qué tengo que hacer”.

Miss Jinx únicamente pudo darle una mirada de pena por lo que acababa de hacerle y le dijo: “Y tú no vives y trabajas con ella…”

Con la cola entre las patas y viéndome feo, me llevó a la carpa de modelos. La verdad prefiero que me vean feo y que les caiga mal. En ese instante fui recibido por otro pain in the ass, una diva de esas que coordinan moda y juran que son exquisitas e inalcanzables, se llamaba William pero le gustaba que le dijeran La Alacrana…por algo sería.

“A ver mamacita qué haces parada aquí, tu llamado era hace dos minutos y me estás retrasando, vete a instalar y necesito que te pongas el vestido para hacer un ensayo en la pasarela”.

Al verme viéndolo de arriba abajo y con cara de disgusto, se atrevió a contestarme:

“¿Qué no entendiste? Eres igual de lenta que estas subnormales. Nada más por ser bonitas creen que ya tienen todo ganado, pero hay que trabajar mi reina, si no no sirve de nada. ¡Andale que ya no hay tiempo!”

“La próxima vez que me hables así te voy a dejar sin cuerdas vocales por majadero”, contesté desairada.

“Sí, sí, andale pues, pero movidita que no tengo tiempo”.

Cuando vi el vestido de Corgani quedé impactada ¡Era perfecto! Corrí a admirarlo y poco después ya estaba probándomelo. Se me veia espectacular, me dejó sin palabras.

Así que corrí a la pasarela sobre todo para medir espacios, tiempos, y me esperaba La Alacrana taconeando frenéticamente en el piso haciendo sonar toooodas las pulseras que tenía en la muñeca y con una mirada fulminate.

“Como siempre retrasándome, a ver ponte ahí mi reina y comienza a caminar, tu cue de salida es…cuando yo te diga.”

“Si como sea, si eso te deja tranquilo y te hace sentir poderoso…”, contesté indiferente.

Las pruebas fueron todo un éxito, La Alacrana estaba impactada por mi modo de dominar la pasarela y se suavizó un poco, al grado que terminó literalmente sirviendome el café y atendiendo todas y cada una de mis demandas para que yo estuviera cómoda.

Miss Jinx mientras tanto estaba revisando las instalaciones del lugar y tratando de ver si había algo extraño y lo primero que notó es que las modelos tenían algo raro.

“Bruna, todo se ve en órden, pero las modelos se ven muy extrañas”, me dijo susurrando.

“Si Jinx, se llama anorexia”.

“No Bruna, fijate qué es lo que pasa cuando se ponen los vestidos. La cara les cambia, la mirada se ve perdida”.

En ese momento La Alacrana me dio la indicación de prepararme pues estaba por comenzar el desfile.

“Lo siento perrita, pero me tengo que llevar a mi modelo estrella, ve a ver dónde te acomodas o algo, pero no estorbes”, dijo La Alacrana a Miss Jinx.

“Jódete, puñal”, contestó enojada Miss Jinx.

“¡Jinx! Por favor has lo que te dicen amiguita. Acuerdate que hay que estar muy alerta”

Me dieron el vestido y noté algo extraño, la tela no parecía ser la misma del que me había probado antes, pero con las prisas ya no pude detenerme a inspeccionarlo, así que me lo puse y comencé a sentirme mal. De entrada el vestido era como de plástico, parecía un sauna. Hacía sudar muchísimo por el calor que había backstage.

Todas las modelos lucían perdidas y estaban en silencio sin siquiera mover un solo pelo. La Alacrana y los diseñadores tenían todo controlado. ¡Nos habían convertido en fashion zombies!

Quise salir del vestido pero no podía, lo tenía adherido a la piel como si fuera plástico caliente. Mis sentidos comensaban a turbarse, mi visión se nublaba y todo se escuchaba lejos…

Apareció E.Morsa y con tono prepotente dijo, “Señorita Burboise tome. Usted va a disparar esté rifle cuando esté en la pasarela, nosotros haremos lo demás”.

“¿Bueno y a qué hora comienza esto? Tengo que seguir muy de cerca de E.Morsa, esa es mi misión. Bruna debe de estar por salir a modelar y ella verá desde la pasarela si hay algo sospechoso”.

El desfile comenzó y las modelos comenzaron a salir.

“Esto es demasiado extraño, estas modelos parecen zombies. Algo está pasando. ¿Estará Bruna bien?”

Bruna salió a la pasarela con el rifle escondido debajo de la enorme cauda de su vestido, y mientras iba caminando hacia el final de la misma lo sacó y apuntó contra el techo de la carpa. Comenzó a disparar y todo mundo empezó a correr.

Las fashion zombies salieron del backstage y comenzaron a acorralar a los invitados con sus armas y a quitarles los celulares y aparatos de comunicación. Todas estaban entrenadas para hacer obedecer o matar.

Después salieron E.Morsa con Corgani y La Alacrana detrás.

“Bien, creo que tenemos todo controlado. Tenemos que tenerlos como rehenes por un rato, nadie se percatará de que están secuestrados, pues todos están en una “fiesta””, dijo E. Morsa.

“Tengo que hacer algo, tengo que lograr que Bruna despierte, ¿pero qué será lo que causa que esté controlada?”, pensé.

Y en ese momento me di cuenta de que los vestidos no eran los originales y que habían sido sustituídos por unos de plástico con un aparato en la parte baja que emitía shocks eléctricos y de esa manera era controlado quien lo vestía.

Como pude me fui arrastrando hasta la pasarela que era donde Bruna estaba parada con su rifle apuntando hacia enfrente. Saqué una cerbatana y disparé un dardo justo en el centro del dispositivo, que al romperse le devolvió la vida a Bruna.

Mientras eso sucedía brinqué para arrebatarle el rifle y tomar a La Alacrana como rehen.

“Y tú que me habáis mandado a donde no estorbara. ¿Estoy en el lugar correcto?”, dije vengativa. “¡Bruna reacciona! Toma esto y ayudame”.

“Vaya Mis Jinx pero qué es esto, ¿por fin sabemos quiénes son los causantes?”, dije sorprendida. “Cariñitos de mi alma, esto no debieron de haberlo hecho, la van a pasar muy mal. Jinx no sueltes a este y quítale el aparato que va a apagar todos los dispositivos de las zombies”.

En cuanto lo apagó, las modelos recobraron el color pero siguieron con cara de zombies.

“¿Qué pasa Bruna? ¿No funcionó?”

“Jinx son modelos no premios Nobel de la Paz.”

Madame La Rue ya había recibido la señal de Miss Jinx y había enviado al escudrón, que entró al recinto con lujo de violencia a apresar a las modelos para que rindieran declaración y llevarse a La Alacrana y a los diseñadores presos. De E.Morsa me encargaría yo. ¿Por cierto dónde quedó?

Lo ví queriendo salir de la carpa y corrí por toda la pasarela para alcanzarlo, brinqué y volé por los cielos con todo y el vestidazo. Caí justo frente de él para detenerlo.

“No, no, no, cariñito, ¿a dónde crees que vas? ¿De verdad creíste que te saldrías con al tuya? Pero si no eres ni mínimamente inteligente, eso se nota a kilómetros de distancia, más bien es que crees en tu mente que todo te saldrá bien porque tienes suerte, pero no, en este caso no.”

“Quítate perra de mierda o te mato”, dijo amenzanate.

“¿Y además te atreves a amenazarme?, contesté burlona. Lo tomé de los cojones y le dije: “Oyeme bien escoria, la gente como tú nunca sale del hoyo en el que está porque no lo merecen. Así que es la última vez que me amenazas porque si lo haces de nuevo me veré obligada a enterrarte yo misma y de cabeza para que si te quieres salir, te hundas más. ¿Está claro?”

Obviamente para cuando terminé mi letanía el pobre estaba morado del dolor y solo pudo contestar un mínimo y chillón “sí”. Pero parecía no haber entendido, pues cuando lo solté se le ocurrió pegarme un bofetón con una baguette de pan que tomó de una de las estaciones de meseros que me mandó a volar y me aturdió.

Salió corriendo y en cuanto pude recuperarme llamé a Miss Jinx y las dos salimos tras él.

“Te vas a arrepentir de haberme pegado con una pieza de pan”, gritaba frenética. Tenía mucho corage pues nunca me habían hecho algo así y lo sentí muy ofensivo. “¡¡¡Te juro que cuando te agarre te voy a agarrar a taconazos!!!!”

Al final lo alcanzamos porque era tan pesado que apenas podría correr.

Y mientras le daba mi famoso Judo chop sentencié: “Tú lo pediste así: ¡¡¡Te…dije…que…conmigo…no…se…juega...es-tú-pi-do…gor-do…de…ca-ga-da!!!”, y cayó noqueado al piso.

Al final se lo llevaron inconsciente y la gente pudo salir sana y salva del lugar. Cuando salíamos del lugar, una limosina nos esperaba afuera.

“¡Miss Jinx! ¡Qué buen detalle! ¡Gracias amiga! ¡Volveremos a casa como merecemos, en limo y bien borrachas de champagne! Veme pasando mis mommy little helpers que ya ves que me gusta mezclarlos”

“Bruna, ¿alguna vez dejarás de ser tan borracha y drogadicta?”

“Déjame que sabes que tengo problemas personales muy fuertes. Además, como diría mi Tía Geraldine, la gente bien siempre tenemos vicios. ¡Vámonos!”.

Al momento de abrir la ventanilla del chofer, un perro boxer muy apuesto y galante nos dio la bienvenida.

“¿Quién eres tú?, dije intrigada y casi babeando pues era hermoso.

“Mi nombre es Dagger, mucho gusto”, dijo e inmediatamente arrancó el coche.

martes, abril 08, 2008

Capítulo 4.3: El Temible Sr. Morsa y la Legión de Fashion Zombies

Otra vez en la vida pública. ¿Qué hay de nuevo? Nicole y Xtina tuvieron bebes, Britney sigue loca, Amy Winehouse sigue siendo una drogadicta, Angelina y Gwen embarazadas, Madonna ahora será rapera urbana, nada nuevo, esto del estrellato comienza a aburrirme.

Regresé justo antes de la red carpet season para darme cuenta que los benditos escritores seguían en huelga y no habría Golden Globes. Yo no puedo dar una opinión certera pues soy un personaje que sale de la mente de alguien que lo escribe en papel, pero lo que es triste es que dejen a la gente sin nuestro glamour. Este año solo fui a los Oscars para aplaudir de manera discreta a Javier Bardem cuando ganó su Oscar, no quiero que nos sigan relacionando o Penélope Cruz se volverá loca de celos y cuentan que pega fuerte.

Paseaba plácidamente por las calles de la colonia Condesa con Miss Jinx. No es el mejor lugar para comprar porque para eso está la 5ª Avenida en Nueva York, pero lejos de esas boutiques de high coutoure, hay propuestas a veces muy decentes y creativas y siendo una trendsetter tengo que estar al pendiente.

“Miss Jinx, qué sucede con el mundo, ¿por qué la gente tiene tan mal gusto?” pregunté preocupada.

“Bruna se llaman nacos de la sub especie wannabes y tienen el mal gusto en los genes”

“Es que por qué usan esos zapatos de goma con colores y hoyitos? Y además algunos los usan con calceta blanca. Ogh me dan escalofrios de solo pensarlo. ¿O es que yo me estoy perdiendo de algo? ¿Son de alguna marca famosa? ¿Por qué entonces no me los han mandado junto con todo el SWAG que me envían?”

“Bruna, estás delirando, te tomaste una pastilla de más, ¿verdad? Se llaman Crocs y no, no son de diseñador, son modas que las masas adquieren para satisfacer su deseo de pertenencia. Son espantosos y seguramente provocan que el pie sude y por consiguiente huela mal, pues son de plástico. Sigue caminando que todavía te faltan dos cuadras de boutiques y ya estoy a punto de matar a alguien.”

“¡Ok, Jinx, pero relájate tú y tómate esta pastillita, después sentirás que nada te puede poner de malas y hasta disfrutarás los colores de la vida como yo!”

“Sigue caminando, drogadicta”.

Mientras caminabamos encontramos un pequeño callejón en el que un letrero nos llamó la atención por la leyenda: Corgani, moda inspirada por tus anteriores yo. Entramos al callejón y llegamos a una puerta color verde. Tocamos para que nos abrieran y pudieramos entrar pero nadie contestó. Miss Jinx abrió la puerta y nos encontramos ahora con una escalera que bajaba a lo que suponíamos era un sotano.

“No se si sea buena idea bajar, Bruna. La última vez nos secuestraron”, dijo Miss Jinx preocupada.

“Ay por Dios Jinx, esta vez el Dr. Monroe no podrá con nosotras. Además somos espías internacionales, no amas de casa en apuros. Por ahí dicen que la mejor compra es la que no esperas encontrar y yo estoy intrigada por el anuncio. O está mal escrito o hay algo interesante aquí”.

“Ok, entremos pero sin hacer ruido para poder escapar en caso de ser necesario.”

Bajamos con cuidado pero como siempre, Miss Jinx tuvo a bien tener un ataque de narcolepsia justo ahí y al desvanecerse rodamos las dos por las escaleras y terminamos en el piso del sótano.

“¿Quién anda ahí?” preguntaron. Eran voces de hombres.

“Estupida, ¿no pudiste haberte quedado dormida en la boutique anterior donde me probé casi toda la tienda?”, dije sin que Miss Jinx reaccionara.

“¿Quién anda ahí?”, volvieron a preguntar y encendieron las luces del pasillo. Se escuchaban pasos y me puse de pie tan rápido como pude para recuperar la compostura.

“Hola, mi amiga y yo entramos porque su letrero nos llamó la atención”, contesté segura.

“Ah, clientes…Al, tenemos clientes…bienvenidas señoritas. ¿Su amiga está bien?”, preguntó uno de ellos pero aun no reconocía sus rostros.

“Si, es narcoléptica, ahorita despierta. Pero, ¿quiénes son ustedes?”

“Nosotros somos Al y Mol, creadores de Corgani y usted?”

“Yo soy Bruna Burboise, encantada. Quisiera que me mostraran algo de sus diseños. ¿Este es su show room?”

“No tenemos show room porque diseñamos a la medida y de acuerdo a ciertos estudios que realizamos a nuestras clientes”, replicó Al.

“Ok, no entiendo y tendrán que explicarme porque soy muy poco paciente. ¿A qué se refieren con estudios?”, dije mientras Miss Jinx recuperaba el conocimiento.

“Bueno, Srita Burboise. Sucede que nuestra marca está inspirada en las vidas pasadas de nuestras clientes. Por ejemplo, en su caso haríamos una sesión de hipnosis para provocarle una regresión y que nos diga quién fue en su vida pasada y presentar una propuesta moderna, actual y vanguardista pero con toques del pasado.”

“¡Qué interesante! Quiero una sesión de eso. Necesito un vestido para una gala de beneficiencia que tengo el próximo mes en el Museo Tamayo de la ciudad y quiero lucir espectacular. Esas damas filántropas nos traen de un ala con tanta gala de beneficencia.”

“Estaríamos encantados de vestirla, es más si usted promueve nuestra creación podríamos hacerle un descuento, sabemos lo famosa que es y nos honraría que usara una de nuestras creaciones”, finalizó Al.

Al salir del lugar con una cita para la sesión de hipnosis ya agendada, Miss Jinx y yo volvimos a mi loft para tomar un descanso y después salir a cenar. Al llegar recibí una llamada de Madame La Rue. Es que esa mujer me huele o algo porque siempre me llama justo cuando estoy entrando a casa.

“Brunaaaaaaa, te hablo porque sí, ¡adivinaste! ¡Te tengo una misión!”, dijo Madame La Rue con esa carita tan regordeta y rosada que tiene. A veces me dan ganas de pellizcar sus cachetotes a ver si son de plastilina. Una vez lo hice pero solo logré dejarle moretones en ambas mejillas.

“Yupi, qué emoción” dije desinteresada. “¿De qué se trata ahora?”

“Pues resulta que recibiste la invitación a la gala del Tamayo porque quieren que seas una espía undercover y ayudes a mantener seguro el evento. Al parecer hay alguien amenzando con poner bombas en todo el museo esa noche pues no quiere que se lleve a cabo”.

“¿Cómo? ¿Por qué?”, pregunté intrigadísima por el caso.

“Esto tiene que ver con un sociópata, al parecer alguien que tiene cierto resentimiento contra la alta sociedad”.

“Pero de qué alta sociedad me hablas?”, dije alzando mi ceja perfectísima.

“Pues la alta sociedad de nuestro país”, contestó con naturalidad Madame La Rue.

“¿Cómo? ¿Crees que la gente que sale en Quién o Caras o alguno de esos pasquines de tercera es pertenece a la alta sociedad? ¿Esa es la tan llamada sociedad mexicana? Si la realeza europea me parece ridícula, imagínate la “alta sociedad mexicana”. Dios, por eso este país está como está…”

“Claro, es que nadie ha entendido que es algo que se fabricaron para llenar un nicho de mercado, porque alta sociedad puede haber hasta en Zacatlán de las Manzanas si se crea una revista que agarre a un grupo de gente y les saque fotos y luego la venda diciendo que son la sociedad de ese lugar. Nadie tiene por qué venir a decir que unos son mejores que otros”, replicó enfurecida Miss Jinx.

“Jajajaja Miss Jinx! ¡Jamás te habías puesto así! Es como si te hubiera poseído el Pejelagarto y te recuerdo que ya lo desaparecimos”.

“Ash lo siento, así me pongo cuando las cosas me parecen estupidas”.

“No perdamos el foco Bruna”, dijo Madame La Rue. “Hablábamos de este personaje que está resentido. Necesitamos saber quién es para poderlo detener”.

Tratabamos de pensar en quién podría ser el sociópata cuando recibí una llamada telefónica.

“¿Hola? ¿Hablo con Bruna Burboise?”, preguntó una voz masculina.

“Sí, soy yo, ¿con quién hablo?”, contesté.

“Permítame presentarme, soy E. Morsa, y soy el organizador oficial de la gala del Tamayo, seguramente nos hemos visto en alguna fiesta, porque voy a todas”, dijo con arrogancia.

“Mmm lo dudo, cariño, pero dime, ¿qué necesitas?”

“Simplemente confirmar tu asistencia al evento, nos encantaría contar con tu presencia”.

“Ok, en ese caso confirma mi asistencia con un acompañante”, dije indiferente.

“Perfecto. Pues te esperamos con el gusto de siempre. ¡Ciao!”, y colgó el teléfono.

“Ogh, como me choca esta gente que se cree importante sólo porque organiza fiestas…”

Después de mucho pensarlo, llegamos a la conclusión de que este personaje tenía que ser alguien que tuviera acceso a ese mundo, que se moviera en él, que conociera a la gente para saber que estaría reunida en el mismo lugar y que prácticamente se pudiera mover en ese ambiente pasando desapercibido.

¿Quién querría hacer daño a esta gente y para qué? Podría ser desde un mesero que habitualmente trabajara en esos eventos, o un periodista que los cubre o mejor aún, un organizador que conoce la logística del evento de pies a cabeza, habla con todos los invitados con una familiaridad casi insolente, pero que al mismo tiempo nadie recuerda pues no es ni rico, ni hijo de nadie conocido, ni guapo, ni brillante. Alguien así podría estar muy resentido, pues se mueve en ese ambiente pero no es parte de él.

“¡Lo tengo! Nuestro primer sospechoso: El Sr. Morsa…”