Capítulo 3.2: Bruna Burboise y la Piedra del Faraón K (Parte 2)

Como pude saqué en brazos a Miss Jinx de Egipto. Logramos estabilizarla pero seguía inconciente, había perdido demasiada sangre y su vida peligraba. Yo estaba muy angustiada pues el miedo a perder a mi única amiga y compañera fiel me carcomía.

Ya en Ginebra y mientras descansaba un poco, los problemas comenzaron de nuevo. Miss Jinx fue secuestrada por Almanza, quien dejó una nota de rescate clarísima: “DAME LA PIEDRA O TU AMIGA SE MUERE. TIENES 24 HRS.” ¡Qué dilema! Por un lado la vida de Miss Jinx peligraba, lo que me habría hecho regersar la piedra al instante, pero por otro, eso significaría fracasar en la misión, cosa que no me podía permitir pues mi historial es limpio y jamás se vería manchado por una negra marca de derrota, y ninguna egipcia estupida me iba a provocar tal cosa, así que decidí idear un plan.

Por medio de los poderes de Madame La Rue localicé a mi amiga, así que decidída fui a rescatarla.

Mi plan era muy simple y tonto, pero esta mujer no era para nada inteligente, lo decía su forma de vestir, la harapienta esa se iba a acordar de mí. Simplemente sustituiría la bendita piedra por otra igual y le daría la falsa, en lo que se daba cuenta, me daría tiempo de escapar con Miss Jinx. Pero primero intentaría rescatarla sin tener que llevar a cabo el plan. Como pude me colé en la guarida de Almanza y al estar casi liberando a Miss Jinx fui descubierta por ella y sus secuaces.

“¿Así que tratabas de engañarme? Soy mucho más lista de lo que crees, perra estupida. No por nada soy la reina del bajo mundo egipcio”, dijo retadora.

“¿A quien llamas perra estupida? Porque tengo mucho de perra, pero nada de estupida”, contesté.

“Dame la piedra o la mato”, respondió encañonando a Miss Jinx, que estaba a 3 metros de ella.

“Esta bien, tu ganas. Toma tu dichosa piedra”

Y al momento de aventarsela, disparó. Miss Jinx cayó al suelo. La maldita la mató aun habiéndole dado la piedra, la falsa claro. No soy tan estupida como ella creía.

Almanza salió del lugar y yo estaba en shock, pero tuve que recuperarme, Miss Jinx había muerto de manera heroíca, en una misión, y jamás me hubiera perdonado no concluírla. Así que ahora no solo por mi reputación, sino en honor a su memoria, Alabanza no saldría victoriosa.

Salí del lugar para llevar la piedra a Mr. Renoir y que quedara a salvo de las manos de esa psicótica. Quería terminar con todo esto para regresar por Miss Jinx y llevarla a casa y sepultarla como merecía.

Al llegar a casa de Mr. Renoir le conté lo que había sucedido. Un rechinido de coches se escuchó en la calle. Era ella, Almanza se había dado cuenta de que la piedra era falsa y había regresado a lleverse la original. Cuando la vio entrar por la puerta Mr. Renoir comenzó a llorar. Y es que todo era un plan que ideó él pues Almanza era su hija perdida.

Renoir explicó a Almanza que él la había contratado para robar la piedra y de esta manera poderse reunir con ella por fin. Y que también me había contratado a mí para que de una manera u otra Alamnza llegara a él. Mi sorpresa era tanta que no pude ni decir una sola palabra. Estaba muy triste porque por las bromas de este señor, mi mejor amiga había muerto.

Almanza rechazó a su padre pues siempre creció pensando que él la había vendido a los contrabandistas y él se dio cuenta de que su hija nunca sería la misma niña que le fue arrancada de su lado.

Yo aun tenía la piedra y Almanza lo sabía, así que me la quitó y la rompió en el piso.

“¿Eres idiota o qué? ¿Tanto pelear por la piedra para que la rompas? ¿Mataste a mi amiga por esto?, grité enloquecida.

“Cuando dije que eras una perra estupida, no me equivocaba. La piedra es lo de menos, es lo que hay en su interior lo que importa”, respondió recogiendo del piso un escarabajo de oro en forma de prendedor que se colocó en el cuello.

“¿Ash ahora resulta que un escarabajo de oro es la última moda no, gata? Dejame te digo que si Karl Lagerfeld se entera, le va a dar un infarto. Eso ni la naca de Carrie Bradshaw se lo hubiera puesto, y mira que ya es decir…”

La mirada de Almanza cambió, sus ojos se desorbitaron y se comenzó a volver como loca. En ese momento se fue contra mí y comenzó a ahorcarme. Su fuerza era superior a la mía y a pesar de los intentos de Mr. Renoir por ayudarme, era imposible.

Cuando estaba a punto de dejarme sin vida, la puerta se abrió y una silueta apareció. ¡¡Era Miss Jinx!! ¡No estaba muerta! Apuntó una pistola Almanza y disparó, pero no le dio (era mucho pedir, creo). Pero aun así sirvió pues me soltó.

Así que recuperé fuerzas y ahora fui yo la que se fue encima de ella. La aventé contra la pared con un boob pick, y comencé a darle mis famosos judo chops en la cara, pero su impresionante fuerza se debía al escarabajo, al parecer sí funcionaba como otra cosa que un simple ornamento. Miss Jinx trataba de ayudar pero no podía hasta que Almanza quedó en el suelo en un costado.

“Ahhhhhhhhhhh!!! Un bicho!!!!!!!!!”, gritó Miss Jinx y lo pisó de inmediato sin saber que eso era lo que le daba poder y fuerza a Almanza.

Una vez hecho trizas el escarabajo, la mujer se hizo polvo instantáneamente y la piedra del faraón K quedó destruída para siempre.

Cuando todo pasó, no pude sino abrazar a Miss Jinx feliz de saberla viva y preguntarle cómo es que no había muerto:

“Bruna, ¿no me conoces? Soy narcoléptica, me quedé dormida antes de recibir el disparo y caí al suelo sin que la bala siquiera me rozara. Duhh!”

Y es así como en esta misión la heroína no fui yo, sino mi querida y fiel Miss Jinx. Cosa que no me importó pues prefería cederle esos 15 minutitos de victoria, que perderla para siempre.