Bruna Burboise®: Crónicas de una Perra Bipolar®

Yo soy Bruna Burboise: De día, una dulce perrita de casa. De noche, letal espía y asesina a sueldo.

miércoles, diciembre 06, 2006

Capítulo 2.13: Hasta las perras creen en Santa Claus (parte 1)

Ok, si ustedes creen que les voy a contar todo el drama de cómo salí del coma, están equivocados, sería una pérdida de tiempo y es algo muy personal. Lo único que les puedo decir es que fue un infierno…literal. Y es que mientras estuve en ese letargo, vivi el peor de los infiernos. Tuve que recorrerlo para poder salir de ahí.

El infierno del que les hablo estaba compuesto por varios pisos (uno peor que otro), casi como el de Dante, pero este era MI infierno. Desperté atontada por no saber dónde estaba y resultó ser el peor lugar del mundo (al menos para mí, no se ofendan): Suburbia. Había millones de gente arrebatándose las baratijas que ahí se exhiben. Mujeres harapientas y fodongas gritando estridentemente mientras se peleaban unas con otras por seguir cometiendo crímenes de moda.

Al no poder salir de ahí e iniciar un quest al estilo Alicia en el País de las Maravillas, donde yo era la bella niña y Bo-Bo era el conejo blanco, tuve que subir los pisos de la infame tienda. Cada piso era diferente y estaba relacionado con mi vida, por ejemplo, el tercero, era un depósito de maniquíes que no eran otros que todos mis enemigos. Era como el “Bruna’s Museum of Art”, porque es un arte matar a la gente con tanta gracia y creatividad como yo lo hago. Todos, desde Betty la Patinadora, hasta Yamal. Y mi nueva adquisición sería Bo-Bo, porque ese idolillo de cuarta no se me iría vivo.

Seguí mi camino hacia arriba y llegué al penthouse del edificio. Sí, Suburbia tenía pent house jajaja en fin, al abrir la puerta me encontré con un salón de fiestas enorme. Todo dispuesto para un gran baile…ay y yo sin mi vestidazo Chanel! Entré y cuando empezaba a divertirme bailando, sentí que “alguien” estaba detrás de mí. Era Bo-Bo…

Estaba parado observándome, sin moverse, como siempre hermoso. Sentí deseos de abrazarlo y quedarme así siempre, pero sabía que me haría más daño, aun estando en coma. Así que como pude lo tomé y comencé a pelear con él. Patadas, empujones, boob kicks y hasta arañazos y nada. Al final del salón había una chimenea grandísima. Con las pocas fuerzas que me quedaban aventé a Bo-Bo a la chimenea y lo vi calcinarse lentamente. Ese fue su final.

Cuando todo terminó, me sentía devastada, lo único que había querido realmente en mi vida y tuve que destruirlo.

La sopresa vino inmediatamente después. Mágicamente, el salón se iluminó, aparecieron los músicos y comenzaron a tocar, el lugar se fue llenando poco a poco con gente y todo se volvía en una gran fiesta. Y no era cualquier fiesta, era MI fiesta. Entre los invitados estaban todas mis heroínas e inspiraciones: Madonna, Juana de Arco, Frida Kahlo, María Felix, Janice Dickinson, Nicole Richie, Marie Antoinette, Lucrecia Borgia, Catalina de Medici, The Bride, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Lady Di, la Madre Teresa, ¡ay nooooooo esa seguro se coló, porque ídola mía no es! Pero estaban todas.

Un círculo se abrió y apareció Mr. Beau, mi padre. Mi shock fue tal que no pude ni decir nada.

“Bruna, hija mía, has ganado la batalla, destruiste a Bo-Bo a pesar de quererlo tanto. Estas lista para volver”, dijo calmadamente.

“Papá, ¿pero por qué tuvo que ser así?”, pregunté desolada.

“Bien sabes que no siempre lo que nos gusta es lo que nos hace bien. No podemos doblegarnos ante nuestros deseos o caprichos si de antemano sabemos que nos dañarán”.

“Ahora lo se, pero no se si podré vivir sin él”.

“Recuerda que lo que no nos mata, nos hace más fuertes. Ahora tienes que regresar a cumplir con la que quizá sea la misión más importante de tu carrera, tienes que devolverle la esperanza al mundo”. Me tomó en sus brazos y recuerdo haberme quedado dormida.

En ese momento desperté…

“¡Bruna, has vuelto! ¡Despertaste!” exclamó Madame La Rue. “Miss Jinx, despierta! ¡Bruna regresó!

Al tratar de aclarar mi visión solo pensaba “Dios esto es peor que el infierno, la voz de esta mujer me está taladrando los oídos”.

¿Qué pasó? ¿Cuánto tiempo ha pasado?, pregunté confundida.

“Ha pasado más de un mes…nos tenías preocupadas”, dijo Miss Jinx cuando por fin despertó de su sueño.

“¿Un mes? ¿Perdí un mes de mi vida en esta cama? ¡Oh por Dios, debo de ser la gemela de Mooriah Carey!

“Eso es lo de menos Bruna, lo importante es que regresaste, y justo a tiempo. Todo ha estado muy difícil”, añadió Madame La Rue.

“Claro, eso lo dices porque tu gordura ya no tiene remedio…pero en fin, ¿qué sucede?”

“Alguien secuestró a Santa Claus, al parecer fue alguien que se hace llamar Ice Queen y el mundo está desesperanzado”

“Ese viejillo panzón no existe, ¿de qué hablas?, dije contrariada.

“¡Si Bruna y si no lo recuperas tendrás que ser tú quien entregue los regalos a los niños!”, remató Miss Jinx

“¿Qué cosa? ¡Pero por supuesto que no! La sola idea me aterroriza, aunque podría usar un outfit super sexy de Miss Merry Christmas con la faldita bien cortita y un escotazo, haciendo homenaje a las conejitas de Playboy, que son super nacas pero divertidas.”

“Hey! Ese coma te dejó más lunática que de costumbre mijita, concentrate y pon atención”, dijo Madame La Rue tronandome los dedos.

“Mira Madame, aunque fuera cierto, no creo nada de lo que dicen”

“Bruna esta vez tienes que dejarte creer”, dijo Miss Jinx. “Lo que dice Madame La Rue es verdad y ambas sabemos que la única que puede traerlo de regreso eres tú”

Por primera vez en la vida, decidí darles crédito. Decidí creer. Así que una vez que me recuperé me di a la tarea de encontrar a la dichosa Ice Queen. Sospechaba de quién se trataba y estaba en lo cierto: ¡Nicole Kidman secuestró a Santa Claus! ¿Quién más sino ella? She is THE ultimate Ice Queen. Ahora tendría que investigar por qué lo hizo…