Capítulo 2.7: Luchas de dientes para afuera, pero siempre blanquísimos! (parte 2)
Ya lista para la pelea la Cavalli me llamó para decirme que haríamos un pequeño media tour para dar entrevistas e invitar a la gente a que asistiera para recaudar lo más posible para la causa de Fundación Cima. Fuimos a todos los programas odiosos de señoras del horario de la mañana, tanto en radio como en tele, como yo iba con mi outfit divino de luchadora diseñado por Gaultier, nadie me reconocería y no me quemaría.
Por la tarde fuimos a los programas de chismes que tanto detesto, pero no fue tan malo pues pude poner en su lugar a manera de juego a los conductores con unos cuántos golpes. Pero la sorpresa de la tarde fue un enlace que hicieron con las dos ancianas más ociosas y desesperadas por obtener atención en el mundo: Lyn May y Wanda Seux. Yo juré que Lyn May había muerto cuando lo de Chow Mein Queen pero esa mujer y una cucaracha son lo único que quedaría vivo después de una hecatombe nuclear.
Las dos vedetuchas me retaron en público a una lucha en el ring y como nadie me reta y soy muy considerada con las necesidades de la gente, acepté. Al final eso desviaría mi objetivo de destruir al Látigo y sus compinches. Esas pobres idiotas no sabían lo que les esperaba.
El día del evento, decidí estrenar otro outfit de los muchos que Gaultier había diseñado para mí. Me veía espectacular con mi conjunto rosa super entallado y mi capa amarilla. El antifaz era de puros cristales de Swarovski.
Cuando anunciaron mi nombre salí al ring y la gente enloquecía, se preguntaban quién era la “Perra Bipolar”, cosa que quedaría clara en cuestión de segundos. Lyn May y Wanda Seux ya estaban en el ring, se veían tan ridículas que daban pena. De las dos no hacías una, pero ellas querían atención y la iban a obtener, pero en el hospital, y eso, si bien les iba.
Subí al ring sonó la chicharra y ambas brujas se dejaron venir contra mi. En menos de dos segundos las dos momias estaban en el suelo con los huesos rotos y hechas polvo literalmente, yo mientras me ocupé de cuidar que mi manicure no se hubiera dañado, ovacionada de pie y en toda mi gloria como luchadora. Es que cuando uno hace las cosas bien y con tanto talento de por medio, nada puede salir mal.
Sacaron con una barredora a las meretrices del siglo antepasado y anunciaron la pelea estelar. Mientras salían el Látigo de Occidente y las Guadalhojaldras al ring, yo saludaba a todos mis conocidos. Mandaba besos y firmaba autógrafos. ¡Amo ser la estrella!
“Ana Cristy, querida! Qué se siente perder el poder así de rápido después de 6 años? Te mando besos, reina!”
“Liliana cuándo vas a hacer algo por tu imagen, sweetie, tienes el dinero como para reconstruirte y no quedar tan fea, así que hazlo!”
“Constanza, por qué no te regresas a Argentina y de paso te llevas a todos los modelos condechis contigo? Argentina ya no está tan mal. Llámame y nos vamos a comer, adorada!”
“Montserrat, darling ¿por qué no de una vez sales del clóset y aclaras que Barbie no es tu amiga sino tu novia? Es más de paso, podrías echarle tierra a tu ex la Andrade y decir que ella anda con mi Vero Castro. Luv ya, bitch!”
Todas me veían con cara de odio, pero sabían que si se ponían loquitas les tiraba los dientes en dos segundos, así que se limitaron a sonreír y seguirme la corriente.
Por fin salió el Látigo seguido de sus secuaces. Traía el infame traje blanco con la so called white thong. Babucha e Ivonne de las Guadalhojaldras se veían peor, y comenzaba a entender por qué eran tan odiadas, pues eran pretenciosas, pretenciosas. En fin, a los 3 les daría su merecido. Me urgía mi blanqueamiento dental.
El Látigo comenzó a burlarse al ver mi tamaño. Soy chiquita pues soy una perrita chihuahua, pero no menos letal y peligrosa. Y como me molestó un poco que se burlara, decidí comenzar el combate.
Las Guadalhojaldras trataron de aplicarme la “quebradora” pero no lo lograron pues mi agilidad me permitió zafarme y terminaron pegándose ellas. Después Babucha me tomó por sorpresa y me estaba haciendo un “torniquete” que por poco me dejó fuera de combate, así que actué rápido y le apliqué la “voladora” y la dejé fuera de combate.
Después de una serie de “Stilsons”, “Nelsons”, “Wilsons”, “tirabuzones”, “tartamudas” y “abrazos de osos”, pude dejar inconsciente a Ivonne. Y solo me quedaba el Látigo por vencer.
El hombrecito de la cara chueca se me quedó viendo y me preguntó con su peculiar manera de hilar las oraciones y muy desconcertado:
“De dónde tú saliste y por qué quieres acabar conmigo?”
“Nadie, escúchalo bien, ni tú ni nadie me van a dejar sin mi blanqueamiento dental con el que me veo hermosa, ¿entendiste?” dije firme. “Vengo a que me regreses al Dr. Intocable, pero antes te voy a dar la madriza de tu vida, putito (lo siento las luchas sacan ese léxico en mí)”.
“Pues pienso no entregártelo. Mío él es y mío será siempre. Yo no puedo sin él vivir”
“Ay queridito, pues fíjate que ya te fregaste, porque Dr. Intocable es de la comunidad y seguramente ni poquititas ganas tiene de quedarse a tu lado.”
“Pues que acabar conmigo tendrás!”
“BRING-IT-ON, BITCH!”
Y la pelea comenzó. La multitud estaba enardecida. El maldito sabía lo que hacía porque me aplicó varias llaves que por poco me logran lastimar. Estaba furioso, al parecer creía que nadie podría alejar al Dr. Intocable de su lado. Así que siguió como loquito atacándome hasta que logró golpearme y caí al piso casi noqueada y sin saber qué pasaba. Cuando abrí los ojos ya tenía su ugly crotch en la cara y pude ver de cerca su tanga horripilante.
Estaba haciendo algo que era contra las reglas porque me estaba asfixiando poniéndome su “cosa” en la cara y yo por no oler nada pues me estaba ahogando.
“Te dije que no ibas a poder quitármelo, perra de pacotilla”
Y entonces sí me enojé:
“Ahora si ya fue suficiente, te voy a dar tus chicotazos, Látigo de porquería!!!”
Como pude me zafé aunque con el movimiento me alcanzó a rozar con su “desarrollo”. Casi me vomito, pero no era momento para asquearse. Era momento de terminar con él.
Me levanté, lo agarré por la espalda, le hice una llave y le zafé el brazo. Después una piernita y el pobrecito parecía desarmable, como Carmen Campuzano, pero seguía y seguía. Hasta que lo tiré al piso y le hice la letal “urracarana”, con la que definitivamente lo dejé muerto en el ring.
Los asistentes corearon mi nombre con fervor, vi muchísimos flashes de cámaras que tomaban mi foto en la victoria. Pero para mí había sido suficiente, así que pedí a Miss Jinx que me llevara a los vestidores. Me despedí de El Santo quien salió del cuerpo de una muy confundida Madame La Rue y encontré al Dr. Intocable en un locker encerrado, así que lo desaté.
“Gracias Bruna, eres mi ídola huerca! ¿Cómo podré pagarte que me salvaras del Látigo?”
“Querido Dr. creame que me la voy a cobrar, así que vámonos que me tiene que hacer mi blanqueamiento dental…¡y gratis!”
Bruna Burboise
Por la tarde fuimos a los programas de chismes que tanto detesto, pero no fue tan malo pues pude poner en su lugar a manera de juego a los conductores con unos cuántos golpes. Pero la sorpresa de la tarde fue un enlace que hicieron con las dos ancianas más ociosas y desesperadas por obtener atención en el mundo: Lyn May y Wanda Seux. Yo juré que Lyn May había muerto cuando lo de Chow Mein Queen pero esa mujer y una cucaracha son lo único que quedaría vivo después de una hecatombe nuclear.
Las dos vedetuchas me retaron en público a una lucha en el ring y como nadie me reta y soy muy considerada con las necesidades de la gente, acepté. Al final eso desviaría mi objetivo de destruir al Látigo y sus compinches. Esas pobres idiotas no sabían lo que les esperaba.
El día del evento, decidí estrenar otro outfit de los muchos que Gaultier había diseñado para mí. Me veía espectacular con mi conjunto rosa super entallado y mi capa amarilla. El antifaz era de puros cristales de Swarovski.
Cuando anunciaron mi nombre salí al ring y la gente enloquecía, se preguntaban quién era la “Perra Bipolar”, cosa que quedaría clara en cuestión de segundos. Lyn May y Wanda Seux ya estaban en el ring, se veían tan ridículas que daban pena. De las dos no hacías una, pero ellas querían atención y la iban a obtener, pero en el hospital, y eso, si bien les iba.
Subí al ring sonó la chicharra y ambas brujas se dejaron venir contra mi. En menos de dos segundos las dos momias estaban en el suelo con los huesos rotos y hechas polvo literalmente, yo mientras me ocupé de cuidar que mi manicure no se hubiera dañado, ovacionada de pie y en toda mi gloria como luchadora. Es que cuando uno hace las cosas bien y con tanto talento de por medio, nada puede salir mal.
Sacaron con una barredora a las meretrices del siglo antepasado y anunciaron la pelea estelar. Mientras salían el Látigo de Occidente y las Guadalhojaldras al ring, yo saludaba a todos mis conocidos. Mandaba besos y firmaba autógrafos. ¡Amo ser la estrella!
“Ana Cristy, querida! Qué se siente perder el poder así de rápido después de 6 años? Te mando besos, reina!”
“Liliana cuándo vas a hacer algo por tu imagen, sweetie, tienes el dinero como para reconstruirte y no quedar tan fea, así que hazlo!”
“Constanza, por qué no te regresas a Argentina y de paso te llevas a todos los modelos condechis contigo? Argentina ya no está tan mal. Llámame y nos vamos a comer, adorada!”
“Montserrat, darling ¿por qué no de una vez sales del clóset y aclaras que Barbie no es tu amiga sino tu novia? Es más de paso, podrías echarle tierra a tu ex la Andrade y decir que ella anda con mi Vero Castro. Luv ya, bitch!”
Todas me veían con cara de odio, pero sabían que si se ponían loquitas les tiraba los dientes en dos segundos, así que se limitaron a sonreír y seguirme la corriente.
Por fin salió el Látigo seguido de sus secuaces. Traía el infame traje blanco con la so called white thong. Babucha e Ivonne de las Guadalhojaldras se veían peor, y comenzaba a entender por qué eran tan odiadas, pues eran pretenciosas, pretenciosas. En fin, a los 3 les daría su merecido. Me urgía mi blanqueamiento dental.
El Látigo comenzó a burlarse al ver mi tamaño. Soy chiquita pues soy una perrita chihuahua, pero no menos letal y peligrosa. Y como me molestó un poco que se burlara, decidí comenzar el combate.
Las Guadalhojaldras trataron de aplicarme la “quebradora” pero no lo lograron pues mi agilidad me permitió zafarme y terminaron pegándose ellas. Después Babucha me tomó por sorpresa y me estaba haciendo un “torniquete” que por poco me dejó fuera de combate, así que actué rápido y le apliqué la “voladora” y la dejé fuera de combate.
Después de una serie de “Stilsons”, “Nelsons”, “Wilsons”, “tirabuzones”, “tartamudas” y “abrazos de osos”, pude dejar inconsciente a Ivonne. Y solo me quedaba el Látigo por vencer.
El hombrecito de la cara chueca se me quedó viendo y me preguntó con su peculiar manera de hilar las oraciones y muy desconcertado:
“De dónde tú saliste y por qué quieres acabar conmigo?”
“Nadie, escúchalo bien, ni tú ni nadie me van a dejar sin mi blanqueamiento dental con el que me veo hermosa, ¿entendiste?” dije firme. “Vengo a que me regreses al Dr. Intocable, pero antes te voy a dar la madriza de tu vida, putito (lo siento las luchas sacan ese léxico en mí)”.
“Pues pienso no entregártelo. Mío él es y mío será siempre. Yo no puedo sin él vivir”
“Ay queridito, pues fíjate que ya te fregaste, porque Dr. Intocable es de la comunidad y seguramente ni poquititas ganas tiene de quedarse a tu lado.”
“Pues que acabar conmigo tendrás!”
“BRING-IT-ON, BITCH!”
Y la pelea comenzó. La multitud estaba enardecida. El maldito sabía lo que hacía porque me aplicó varias llaves que por poco me logran lastimar. Estaba furioso, al parecer creía que nadie podría alejar al Dr. Intocable de su lado. Así que siguió como loquito atacándome hasta que logró golpearme y caí al piso casi noqueada y sin saber qué pasaba. Cuando abrí los ojos ya tenía su ugly crotch en la cara y pude ver de cerca su tanga horripilante.
Estaba haciendo algo que era contra las reglas porque me estaba asfixiando poniéndome su “cosa” en la cara y yo por no oler nada pues me estaba ahogando.
“Te dije que no ibas a poder quitármelo, perra de pacotilla”
Y entonces sí me enojé:
“Ahora si ya fue suficiente, te voy a dar tus chicotazos, Látigo de porquería!!!”
Como pude me zafé aunque con el movimiento me alcanzó a rozar con su “desarrollo”. Casi me vomito, pero no era momento para asquearse. Era momento de terminar con él.
Me levanté, lo agarré por la espalda, le hice una llave y le zafé el brazo. Después una piernita y el pobrecito parecía desarmable, como Carmen Campuzano, pero seguía y seguía. Hasta que lo tiré al piso y le hice la letal “urracarana”, con la que definitivamente lo dejé muerto en el ring.
Los asistentes corearon mi nombre con fervor, vi muchísimos flashes de cámaras que tomaban mi foto en la victoria. Pero para mí había sido suficiente, así que pedí a Miss Jinx que me llevara a los vestidores. Me despedí de El Santo quien salió del cuerpo de una muy confundida Madame La Rue y encontré al Dr. Intocable en un locker encerrado, así que lo desaté.
“Gracias Bruna, eres mi ídola huerca! ¿Cómo podré pagarte que me salvaras del Látigo?”
“Querido Dr. creame que me la voy a cobrar, así que vámonos que me tiene que hacer mi blanqueamiento dental…¡y gratis!”
Bruna Burboise
2 Comments:
jajajajaja buenisimo. Aunque podría apostar que el Látigo regresará más con su deadly thong...
como que aveces me pierdo en su mundo, a veces y luego me tomo una X y todo vuelve a tener sentido :)
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