Capítulo 2.4: El Año de la Perra (Parte 2)
Chow Mein Queen me tenía bien agarrada de mi cuellito. Mi collar de diamantes estaba a punto de reventarse por la fuerza que la muy idiota estaba poniendo. Yo ya estaba casi morada porque no me dejaba respirar, así que tenía que actuar y rápido.
Miss Jinx no podía ayudarme porque la tarada estaba brincando por los aires quemándose pues sin querer había hecho estallar los fuegos pirotécnicos. La pobre brincaba por el lugar con cada estallido y la gente estaba maravillada con el espectáculo. En el momento en que comenzaron a explotar, el dragón chino y todas las atracciones preparadas salieron, por lo que nadie se daba cuenta de que la camboyana me estaba ahorcando.
Lucy Liu reía frenética pues como veía doble, la diversión era más. Casi al perder el último aliento, se me ocurrió la manera de soltarme. Con mucho esfuerzo me arranqué uno de los palillos chinos que llevaba en la cabeza y lo clavé directamente en el ojo de Chow Mein Queen, que al instante comenzó a chillar como cerdo a punto de ser sacrificado.
Tardé un poco en recuperarme y tomar aire, pero más pronto de lo que yo misma pensaba ya estaba de pie y lista para seguir con la masacre.
Lucy Liu dejó de reír y se me abalanzó, pero soy tan pequeña y ágil que brinqué como Ziyi (que seguía brincando de bambú en bambú) y logré esquivarla. Liu se fue a estrellar derechito contra la mesa de la comida y como le cayó la olla entera de cerdo agridulce y los dumplings quedó inconsciente y bañada en los jugos de ambos platillos.
Chow Mein Queen seguía chillando por su ojo, lo buscaba por todo el piso y justo cuando lo encontró, llegué yo y lo aplasté con mis adorables Choo.
“Aquí se te acabo tu fiestecita, estúpida”, le dije con tono un poco burlón (lo siento! Lo estaba disfrutando). “Esto es para que aprendas que cuando a mí me asignan una misión, la termino siempre con éxito y tú no ibas a ser la excepción”.
Inmediatamente después levanté mi patita con mis Choo llenos de cosa gelatinosa y la puse sobre el finísimo vestido de la Yakimeshi para quitarle a mis hermosísimos stilettos la suciedad y devolvérsela a su dueña.
Cuando yo creía que todo había terminado, no podía estar más equivocada, pues los que yo creía eran los strippers/ chichifos contratados para animar la velada, resultaron ser parte del ejercito de la china mafiosa. Y ahí vamos de nuevo…
Me rodearon y ya no sabía ni dónde meterme. Miss Jinx estaba inconsciente después de tanta quemadura (parecía como si se hubiera hecho un peeling, tampoco era tan grave). Se acercaban lentamente con todo tipo de armas orientales: chacos, jabalinas, espadas, y hasta cuchillos yu yitsu de esos que comercializaba en la televisión la geisha en drogas.
“¡Dios! ¿Y ahora?”, pensé. “Tengo que idear algo antes de que estos descerebrados me toquen siquiera un pelo”.
Pensando en qué haría estaba, cuando de pronto, la puerta del salón se abrió y entró haciendo marometas ni más ni menos que Karate Kid! Claro…20 años y 30 kilos después. ¿Pero esa era mi salvación? ¡Es que yo no estaba para bromas! Estaba a punto del llanto, cuando de pronto Karate Kid comenzó a pelear con los strippers himself! Yo estaba impresionada, pues creía que el movie kung fu, era solo eso, o sea no creía que Karate Kid o Keanu Reeves supieran un carajo de artes marciales, pero al parecer Karate Kid sí (sobre Keanu me reservo la duda).
Gracias a su ayuda pude yo misma dar unos cuantos boob kicks, volar por los aires y terminar en la cara de mis adversarios, propinándoles sendos patadones que de inmediato los dejaban inconscientes. ¡Es que yo soy letal!
Karate Kid estaba en problemas, así que lo ayudé tal y como él hizo conmigo. Algunos de los strippers se negaban a rendirse, así que hicimos equipo y todo terminó. Usualmente no hago equipo con nadie, mas que con Miss Jinx, pero bueno ella no estaba en condiciones y el enanito avejentado sin fama había aparecido para ayudarme así nada más.
El salón estaba vacío pues la gente se había ido debido a la pelea. Cuando nos acercábamos a la puerta escuché que alguien nos llamaba:
“¡No tan rápido, perra de cochinada! Aún no has terminado conmigo…”
Asssshhhhhhhhh! Esa cantonesa aun no se moría!!! Bueno yo ya no sabía ni qué hacer, era como la niña de “El Aro” que apenas se movía a rastras, pero se movía.
Yo estaba verdaderamente harta de ella porque ya no tenía nada que hacer, o ¿esperaba que me diera miedo pelear con ella en esa condición? Pues lo crean o no, se levantó como pudo y comenzó a acercarse. Yo la esperaba del otro lado del salón con mis patitas delanteras cruzadas y taconeando en el piso impaciente, lo único que yo quería era irme de ahí, pero esta necia seguía con su perfecta imitación de extra en “El Despertar de los Muertos”.
A la mitad del salón, se escuchó un ruido horrible, fue como un alarido. Desde la otra esquina también se levantó una muy deteriorada Lyn May. Pero cuando digo deteriorada hablo de Lyn May toda chamuscada, sin una chichi, el vestido ya no era tal, era solo un guiñapo que le tapaba (thank God!) el bush, las medias rotas, y solo mechones de pelo. Al quemarla viva la habían terminado de fregar. Lo único que no cambió evidentemente, era su cara de globo ponchado.
Caminaba con trabajo hacia Chow Mein pues quería venganza. La idiota creía que era Wanda Seux y que estaban en La Oreja y quería terminar con ella. Chow Mein volteó a verla y supo que tendría que terminar primero con Lyn May si quería después “terminar” conmigo. Así que se dirigió a ella y ahí fue cuando me pregunté cómo diablos es que habían sobrevivido y llegué a la conclusión de que es genética china, los hace más resistentes a cualquier ataque que a cualquier occidental. Si, eso debía de ser. Porque sobrevivir después de haber sido quemado vivo o después de haber perdido un ojo y terminar en el suelo derrotada y sin dignidad, me parecía demasiado.
Las dos daban penita ajena nada más de verlas, pero bueno, ¿quién soy yo para dejar que sufran y se humillen de esa manera? Soy tan misericordiosa y grandilocuente, que ya con mi gabardina y mis lentes oscuros puestos, me acerqué con pasos firmes y mi patita en la cintura, un poco cansada del espectáculo que estaba presenciando. Estaban tan débiles que ni el pelo se jalaban bien.
Bueno, pues como decía, soy tan noble que aun cuando me parecía divertido de una manera muy retorcida, me puse frente a ellas, comencé con unas cuantas katas y les di unos karatazos al mismo tiempo y en lugares estratégicos. Obviamente, les rompí todos los huesos y se desplomaron en segundos. Cuando ya por fin estaban en el piso implorando clemencia, yo me limaba mis uñitas esperando que murieran y como no fue así y no soporto ver a nadie sufrir, di el último judo chop y las mandé directito a girar en sus tacones al infierno.
Me sacudí las manos, cargué a Miss Jinx, se la aventé a Karate Kid para que él la llevara hasta mi casa y salí del lugar como siempre airosa. Los últimos fuegos artificiales explotaron alumbrado todo el lugar, pero como siempre, lo que más brillaba era yo.
Bruna Burboise
Miss Jinx no podía ayudarme porque la tarada estaba brincando por los aires quemándose pues sin querer había hecho estallar los fuegos pirotécnicos. La pobre brincaba por el lugar con cada estallido y la gente estaba maravillada con el espectáculo. En el momento en que comenzaron a explotar, el dragón chino y todas las atracciones preparadas salieron, por lo que nadie se daba cuenta de que la camboyana me estaba ahorcando.
Lucy Liu reía frenética pues como veía doble, la diversión era más. Casi al perder el último aliento, se me ocurrió la manera de soltarme. Con mucho esfuerzo me arranqué uno de los palillos chinos que llevaba en la cabeza y lo clavé directamente en el ojo de Chow Mein Queen, que al instante comenzó a chillar como cerdo a punto de ser sacrificado.
Tardé un poco en recuperarme y tomar aire, pero más pronto de lo que yo misma pensaba ya estaba de pie y lista para seguir con la masacre.
Lucy Liu dejó de reír y se me abalanzó, pero soy tan pequeña y ágil que brinqué como Ziyi (que seguía brincando de bambú en bambú) y logré esquivarla. Liu se fue a estrellar derechito contra la mesa de la comida y como le cayó la olla entera de cerdo agridulce y los dumplings quedó inconsciente y bañada en los jugos de ambos platillos.
Chow Mein Queen seguía chillando por su ojo, lo buscaba por todo el piso y justo cuando lo encontró, llegué yo y lo aplasté con mis adorables Choo.
“Aquí se te acabo tu fiestecita, estúpida”, le dije con tono un poco burlón (lo siento! Lo estaba disfrutando). “Esto es para que aprendas que cuando a mí me asignan una misión, la termino siempre con éxito y tú no ibas a ser la excepción”.
Inmediatamente después levanté mi patita con mis Choo llenos de cosa gelatinosa y la puse sobre el finísimo vestido de la Yakimeshi para quitarle a mis hermosísimos stilettos la suciedad y devolvérsela a su dueña.
Cuando yo creía que todo había terminado, no podía estar más equivocada, pues los que yo creía eran los strippers/ chichifos contratados para animar la velada, resultaron ser parte del ejercito de la china mafiosa. Y ahí vamos de nuevo…
Me rodearon y ya no sabía ni dónde meterme. Miss Jinx estaba inconsciente después de tanta quemadura (parecía como si se hubiera hecho un peeling, tampoco era tan grave). Se acercaban lentamente con todo tipo de armas orientales: chacos, jabalinas, espadas, y hasta cuchillos yu yitsu de esos que comercializaba en la televisión la geisha en drogas.
“¡Dios! ¿Y ahora?”, pensé. “Tengo que idear algo antes de que estos descerebrados me toquen siquiera un pelo”.
Pensando en qué haría estaba, cuando de pronto, la puerta del salón se abrió y entró haciendo marometas ni más ni menos que Karate Kid! Claro…20 años y 30 kilos después. ¿Pero esa era mi salvación? ¡Es que yo no estaba para bromas! Estaba a punto del llanto, cuando de pronto Karate Kid comenzó a pelear con los strippers himself! Yo estaba impresionada, pues creía que el movie kung fu, era solo eso, o sea no creía que Karate Kid o Keanu Reeves supieran un carajo de artes marciales, pero al parecer Karate Kid sí (sobre Keanu me reservo la duda).
Gracias a su ayuda pude yo misma dar unos cuantos boob kicks, volar por los aires y terminar en la cara de mis adversarios, propinándoles sendos patadones que de inmediato los dejaban inconscientes. ¡Es que yo soy letal!
Karate Kid estaba en problemas, así que lo ayudé tal y como él hizo conmigo. Algunos de los strippers se negaban a rendirse, así que hicimos equipo y todo terminó. Usualmente no hago equipo con nadie, mas que con Miss Jinx, pero bueno ella no estaba en condiciones y el enanito avejentado sin fama había aparecido para ayudarme así nada más.
El salón estaba vacío pues la gente se había ido debido a la pelea. Cuando nos acercábamos a la puerta escuché que alguien nos llamaba:
“¡No tan rápido, perra de cochinada! Aún no has terminado conmigo…”
Asssshhhhhhhhh! Esa cantonesa aun no se moría!!! Bueno yo ya no sabía ni qué hacer, era como la niña de “El Aro” que apenas se movía a rastras, pero se movía.
Yo estaba verdaderamente harta de ella porque ya no tenía nada que hacer, o ¿esperaba que me diera miedo pelear con ella en esa condición? Pues lo crean o no, se levantó como pudo y comenzó a acercarse. Yo la esperaba del otro lado del salón con mis patitas delanteras cruzadas y taconeando en el piso impaciente, lo único que yo quería era irme de ahí, pero esta necia seguía con su perfecta imitación de extra en “El Despertar de los Muertos”.
A la mitad del salón, se escuchó un ruido horrible, fue como un alarido. Desde la otra esquina también se levantó una muy deteriorada Lyn May. Pero cuando digo deteriorada hablo de Lyn May toda chamuscada, sin una chichi, el vestido ya no era tal, era solo un guiñapo que le tapaba (thank God!) el bush, las medias rotas, y solo mechones de pelo. Al quemarla viva la habían terminado de fregar. Lo único que no cambió evidentemente, era su cara de globo ponchado.
Caminaba con trabajo hacia Chow Mein pues quería venganza. La idiota creía que era Wanda Seux y que estaban en La Oreja y quería terminar con ella. Chow Mein volteó a verla y supo que tendría que terminar primero con Lyn May si quería después “terminar” conmigo. Así que se dirigió a ella y ahí fue cuando me pregunté cómo diablos es que habían sobrevivido y llegué a la conclusión de que es genética china, los hace más resistentes a cualquier ataque que a cualquier occidental. Si, eso debía de ser. Porque sobrevivir después de haber sido quemado vivo o después de haber perdido un ojo y terminar en el suelo derrotada y sin dignidad, me parecía demasiado.
Las dos daban penita ajena nada más de verlas, pero bueno, ¿quién soy yo para dejar que sufran y se humillen de esa manera? Soy tan misericordiosa y grandilocuente, que ya con mi gabardina y mis lentes oscuros puestos, me acerqué con pasos firmes y mi patita en la cintura, un poco cansada del espectáculo que estaba presenciando. Estaban tan débiles que ni el pelo se jalaban bien.
Bueno, pues como decía, soy tan noble que aun cuando me parecía divertido de una manera muy retorcida, me puse frente a ellas, comencé con unas cuantas katas y les di unos karatazos al mismo tiempo y en lugares estratégicos. Obviamente, les rompí todos los huesos y se desplomaron en segundos. Cuando ya por fin estaban en el piso implorando clemencia, yo me limaba mis uñitas esperando que murieran y como no fue así y no soporto ver a nadie sufrir, di el último judo chop y las mandé directito a girar en sus tacones al infierno.
Me sacudí las manos, cargué a Miss Jinx, se la aventé a Karate Kid para que él la llevara hasta mi casa y salí del lugar como siempre airosa. Los últimos fuegos artificiales explotaron alumbrado todo el lugar, pero como siempre, lo que más brillaba era yo.
Bruna Burboise
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