Bruna Burboise®: Crónicas de una Perra Bipolar®

Yo soy Bruna Burboise: De día, una dulce perrita de casa. De noche, letal espía y asesina a sueldo.

lunes, junio 05, 2006

Capítulo 2.1: ¿Pollo frito, yo? ¡Eso es de gente fea! (Parte 1)

Gabardina negra vintage Chanel. Lentes Dior. Botas altas Prada. Bolso Bottega Vennetta. Trunks de viaje Viutton (9 para ser exacta). La asistente de vuelo me indica la salida del avión. Por fin estoy de regreso. Después de 3 años en el exilio, Bruna Burboise vuelve para continuar resolviendo crímenes y atrapando malhechores.

No fue fácil tomar la decisión de volver, no después de lo que pasó con mi familia y mi padre 3 años atrás, pero sentí que era mi deber continuar con mi labor. Emocionalmente me encuentro más estable. La meditación, el yoga, la kabbalah y otras formas de espiritualidad lograron equilibrarme de nuevo. La única diferencia es que ahora soy más zen, pero sigo siendo la misma perra bipolar de siempre…

Madame La Rue hizo milagros para encontrarme, pues tuvo que rastrearme con sus poderes psíquicos. Me llamó en mis sueños y pidió mi ayuda. Una nueva misión me aguardaba y ella sabía que estaba lista para volver.

Cuando me encontré con ella para que me diera más detalles de la misión, me sorprendió que me hubiera buscado con tanta insistencia pues al parecer mi asignación era terminar con una especie de mezcla engendrada por Juan Gabriel al tener sexo con una pieza de pollo frito de restaurante low class de fast food. Dios, cuando vi la foto me causó tanta repulsión, que tuve que usar el escote de Madame La Rue como depositario de mi malestar, ¡qué “cosa” tan desagradable! Bueno, después de todo, no todos tienen la fortuna de ser bien parecidos como una.

El sujeto en cuestión, al que en lo sucesivo llamaré Big-Fat-Fried-Sack-of-Scum-and-Shit (Fried Scum para fines prácticos), vestía además con un horroroso jorongo que ni a Pulgarcito le hubieran puesto en sus películas. Pero aún no entendía la misión. ¿Era acaso hacerle un EXTREME makeover? Mmmm no, eso ya no se puede, tendría que volver a nacer. Entonces, ¿tenía que matarlo por esa razón y terminar con su dolor? No, creo que eso sería demasiada caridad. Diablos! Odio no saber a qué me enfrento.

Madame La Rue por fin me contó. Resulta que Fried Scum estaba envenenando con su word vomit el Occidente del país. Ya lo había hecho con una parte del Norte, pero su objetivo era llegar a la Ciudad de México (cosa que dudo que algún día logre, no tiene los tamaños ni la suerte). Pero el word vomit estaba surtiendo efecto en gente como él al grado de ya haber instaurado células de seguidores que se identificaban con su horripilante y redonda figura como estandarte (eran solo unos cuántos peleles que lo seguían y defendían, tampoco eran tantos).

Al parecer el engendro de Juanga estaba decidido a vencer. Pero el muy idiota no sabía que su fiestecita se había acabado pues yo estaba lista para dejarlo tragando polvo y llorando como sirvienta corrida después de comerse todo el jamón del ‘señor’ de la casa.

Así que telefoneé a Miz Jinx que ya esperaba con ansias mi regreso pues su vida se había convertido en un interminable suplicio al tener que cubrir a Laura Bozzo en su infame talk show de tres pesos. Cuando pasé por ella ya estaba lista con todo lo necesario para irnos de…¡¡¡road trip!!! En nuestros tiempos de juventud nos encantaba hacer estos viajes instaladas en Thelma and Louise, con pañoletas Pineda Covalin para cubrir nuestros altísimos y sofisticadísimos peinados.

Recorrimos varias zonas del Occidente con el fin de encontrar a Fried Scum, pasamos primero por Guadalajara. Nos detuvimos en un centro comercial horrible, no había ni Gucci, ni Vuitton, ni Dior, ni nada, bueno apenas y Zara! Entre todas las tiendas wannabes, nos topamos con una máquina de esas que tienen a una gitana muy misteriosa y ‘leen la suerte’, Miss Jinx insistió en probarla y al principio no quise hacerle mucho caso, pero después de tanta insistencia probamos y la bendita gitana (que se hacía llamar Betanya) nos dio una pista. Al parecer Fried Scum estaba escondido en una playa no lejana a la ciudad, donde su guardaespaldas, Robobestia, lo custodiaba sin descanso. Lo sorprendente de todo eso es que no sólo yo estaba tras de él, pues había un grupo de insurrectos que ya tenían la vacuna a su word vomit y buscaban liberar a aquellos a quienes había infectado. El problema era que no habían podido deshacerse de Robobestia (que en realidad era una neurona de Fried Scum comandando el cuerpo robado de un adicto a los esteroides).

“Mmmmm….eso complica las cosas… pero hallaré el modo de quitarlo del camino”, pensé.

Dejé la ciudad de Guadalajara para ir en busca de Fried Scum y Robobestia. Mientras cuidaba que Miss Jinx no se durmiera manejando, pensaba en cómo haría para derrocarlo, ahora tenía más armas a mi disposición, no solo las físicas sino también las espirituales y mentales. Y como no me han leído en mucho tiempo, ustedes no saben que mi poder mental es tal, que puedo levitar y mover objetos a mi antojo, ¡soy letal!

Al llegar a la playa, Miss Jinx casi se ahoga, pues sus papás nunca la habían llevado al mar y al verlo, se fue como hipnotizada a meterse. Una ola la revolcó por tres minutos y yo ya no sabía ni qué hacer, porque obviamente no iba a estropear mi outfit sacándola.

Como si fuera un ángel, apareció un hombre bastante bien parecido que la rescató, le dio respiración de boca a boca hasta que sacó toda le agua que había tragado y la arropó con una toalla. La muy tonta, creía que estaba en un episodio de Baywacth y que él era David Hasselhoff. Así que quise agradecer al buen hombre con margaritas y daiquiris por la noche. El único detalle era que Miss Jinx y yo nos estábamos haciendo pasar por gringas para no ser identificadas.

Después de fijar la hora del encuentro con aquél galán, aproveché para ir de compras con Miss Jinx y preparar el outfit que nos mantendría under cover. Comprar fue muy difícil, porque con todo mi buen gusto, no sabía cómo escoger algo de pésimo gusto digno de una gringa naca, zorra y borracha al ir a la playa. Afortunadamente, para eso estaba Miss Jinx. Me metió al probador y al salir estaba horrorizada: un bikini que en lugar de copas tenía cocos y llevaba encima una especie de chaleco largo que terminaba en tirlangas, un sombrero vaquero de paja, unas alpargatas de corcho, un pareo de colores muy festivos y una peluca de trencitas a la Bo Derek pero versión mexicana. Nos veíamos horrendas, pero cumplíamos con todo el perfil (espero que no haya vestigio fotográfico de aquella aberración).

Llegamos al lugar de la cita, por cierto propuesto por el galán en cuestión. El idiota seguro creía que esa noche iba a ser su noche de suerte al seducir a dos gringas taradas y calientes, pero no podía estar más equivocada al darme cuenta de que nos había citado en un antro gay a la orilla del mar. Miss Jinx comenzaba a llorar desconsolada pues esa era la historia de su vida, hombre que conocía, hombre que le salía gay. Yo trataba de calmarla, “Querida, ¿pero de qué me hablas? En estos tiempos ya nadie es straight, modernízate.” Al parecer funcionó, pues se modernizó tanto que terminó besándose en la pista con otra gringa sin calzones.

Mientras Miss Jinx se divertía, yo estaba tomando mis margaritas muy a gusto con el angelito, que en dos minutos se hizo mi gran amiga, perdón amigo. ¡¡Es que yo tengo tanto pegue con la comunidad gay!! ¡¡Todos me aman!! En fin, me estaba contando sobre su trabajo, cuando até cabos y supe quién era él: ¡estaba frente a Robobestia! Cumplía con toda la descripción…¡era él!

Yo fingí que no pasaba nada para no provocar que él se diera cuenta. Y seguí pretendiendo que me interesaba su plática. Todo lo que decía eran tonterías sobre las palabras y su importancia para el cambio de la nación y locuras como crear una revolución. En fin, parecía que tenía mucho que contar y yo pensaba en cómo hacer que me llevara con Fried Scum.

No pudo ser más fácil, me vio tan interesada que ofreció llevarme con su ‘maestro’ para que fuera testigo del cambio que podía generar en mí. Acepté encantada, no sin antes prevenir a Miss Jinx de estar lista para lo que pudiera suceder, pues parecía que las cosas se pondrían difíciles. Su misión era distraer a Robobestia en cuanto le diera la señal, que consistía en pretender que tomaría una foto.

Yo me sentía desconfiada porque todo había ocurrido de manera tan casual que me parecía extraño, ¡algo tenía que estar mal! Cuando llegué a la parte de arriba del lugar, vi a lo lejos una figura redonda desparramada (a la Java The Hutt) en unos cojines dentro de una tienda estilo árabe. Ese era Fried Scum.

Robobestia me pidió esperar para preguntar al ‘Maestro’ si podía concederme audiencia. Fried Scum aceptó sin saber que había llegado su fin…

2 Comments:

At junio 05, 2006, Blogger March said...

Mi rey,

Cada vez me sorprende más tu talento y creatividad para escribir. Definitivamente tus historietas, más bien las de Bruna Burboise, son divertidísimas y me hacen pasar un muy buen rato!

Besos!

 
At junio 06, 2006, Blogger Alex said...

Wey, AMO y ADORO que Bruna este de regreso!!! Ya te extrañabamos!!!

Espero con ansias conocer a los nuevos personajes y vivir las nuevas aventuras y experiencias de esta Perra!!!

Un Abraxo

 

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