Capítulo 2.3: El Año de la Perra
Volaba por los aires, midiendo mi equilibrio al aterrizar en finas ramas de bambú una y otra vez. Todo parte de mi último modelo de entrenamiento con Ziyi Zhang, que es experta en eso de volar por los aires y soltar patadas con su menudita figura. Yo soy mucho más delgada y fina, pero ella cree que tiene algo que enseñarme.
China es el mejor lugar para hacerlo, pero por el momento no puedo ausentarme, tengo mucho trabajo, así que me traje a la chinita para acá y le pagué para que me enseñara su arte (yo en realidad la quería tener todo el día brincando como tonta de una rama a otra por pura diversión, pero shhhh!)
Recibí una alerta y tuve que dejar el entrenamiento, no sin antes pedirle a Ziyi que siguiera brincando. Cuando Miss Jinx me pasó el teléfono, Madame La Rue sonaba preocupada, así que me fui de inmediato a verla para saber qué pasaba. In the meantime, Ziyi seguía brincando.
Antes que me contara cualquier cosa, le propiné sendas cachetadotas a Madame la Rue, por el puro gusto de hacerlo, a veces me crispa los nervios, pero a ella le dije que eran necesarias para tenerla tranquilita y hablando sin que su leve retraso mental se notara tanto.
El caso es que el Buen Hobbit le llamó muy alarmado pues su relación con Chow Mein Queen había terminado y temía por su vida. Madame La Rue había estado investigando y lo que encontró no era nada alentador para el pobre hombre.
La mucama filipina era la reina de la mafia china en México. Era dueña de un imperio de vendedores ambulantes de todo tipo de cosas, desde chácharas inservibles provenientes de su país, hasta comida pues su intención era volver los spring rolls más famosos que los tacos al pastor. ¡Pobre ilusa! El Califa JAMAS perderá clientela por culpa de unos rollos de grasa con relleno de verduras de dudosa procedencia.
Y eso no era todo, la asiática era también la que controlaba a los chichifos de atrás del IMSS en Hamburgo. O sea, la chinita tenía de todo y por eso es que tenía tanto poder en el bajo mundo. El Buen Hobbit tenía razón en temer por su seguridad. Esa japonesa infame podía desaparecerlo con solo un parpadeo de sus ojos delineados con mascara chafa producida en Taiwan.
Decidí dejar al Buen Hobbit escondido y custodiado en casa de Madame La Rue,. No pudo sino enternecerme su pobre figurita, todo chupado y sin vida. Los nervios lo estaban consumiendo y había perdido todo su fulgor y vivacidad de hobbit…very sad! Al menos con Madame La Rue no se aburriría, ella siempre tenía algo que contar (confieso que muy aburrido, pero era eso o exponerse a morir).
Después de tanto investigar, por fin dimos con la perra coreana. Esa noche daría una fiesta lujosísima para conmemorar la llegada de los chinos a México, y yo me pregunto, ¿eso debería de festejarse?
Grandes personalidades de la comunidad estarían presentes, unas más vulgares que otras. Es que no se por qué, pero los chinos tienen la cualidad de todo hacerlo ver taaan vulgar…y como era justo lo que necesitábamos, pues esta vez no podía asistir a la gala con nada de diseñador, lo único que me permitiría llevar eran mis heels Jimmy Choo (porque suena a que es asiático y estaría super in), pero me faltaba saber de dónde diablos sacaría un vestido muy oriental y sobre todo de mal gusto para encajar.
Miz Jinx por fin tuvo una buena idea en todo lo que llevábamos en este assignment. Los outfits los conseguiríamos con el rey del mal gusto, Mitzy. Cuando llegamos a su atelier (era un cuarto de cocido, pero odio que las cosas no tengan glamour) casi me desmayo. Era el museo del mal gusto en moda. Fotos en la pared lo confirmaban. Niruka, Maribel, Ninel, Lyn May, Tongolele y Carmelita Salinas eran solo unas cuántas de sus clientas.
Así que después de una letanía en la que nos habló de cómo había dejado de ser gay gracias a que recibió a Cristo en su vida (yeah right!), pudimos lograr que diseñara nuestros trajes y los tuviera listos en tiempo record.
Al salir del probador, el aire me faltaba. Mitzy era tan idiota que en lugar de un vestido en la onda Fantasía Oriental, nos había confeccionado kimonos japoneses y lo peor, llenos de lentejuelas y chaquiras por todos lados. Eso sí, brillábamos como si fuéramos parte del carnaval chino.
Después pasamos al departamento de caracterización y maquillaje donde MJ, mi personal make up artist and stylist, nos daría los últimos toques para parecer chinas. MJ a veces puede ser muy pesado, mientras trabaja contigo, se está viendo su peinado perfecto de secadora a la Farrah y checa que su maquillaje no se corra ni un milímetro, porque si no, se pone a llorar.
Al vernos en el espejo, supe que estábamos listas. Podríamos pasar perfectamente por chinas descendientes de la dinastía Ming radicadas en México y con una vida totalmente occidentalizada. Así que besé en las dos mejillas a MJ (me aventó antes de que pudiera tocar su piel y arruinar su maquillaje), y salimos hacía la gala.
El barrio chino en México es pequeño, a lo mucho abarcará dos calles y lo demás son puros negocios de coreanos que quisieran ser chinos aunque lo nieguen. ¡Por Dios! Todos son iguales, ¿qué más les da? Ellos no lo saben pero para el resto del así es.
Todo estaba decorado muy chino, con globos y farolitos de papel con luz dentro y colgados de lado a lado de la calle. Había malabaristas, niñas contorsionistas, discos chinos girando, en fin el Circo Chino de Pekín en pleno. Budas de oro por todos lados se veían en cada esquina. Las pagodas de techo dorado y dragones chinos esculpidos en mármol completaban el cuadro perfecto del cliché oriental más corriente.
¡Ese lugar era un backlot de alguna película! ¡Es que nadie puede tener tan mal gusto y caer en tantos clichés! Bruna Burboise, mis queridos, estaba a punto del colapso. Pero yo iba a trabajar y ni modo.
Al llegar al gran portón de la mansión de la gata pekinesa había dos de sus guardas disfrazados como Atila que recibían a los invitados. Posteriormente, caminamos por un pasillo largo con todos los detalles en dorado y pinturas de los antepasados de Chow Mein (reina, ahora entiendo tu enojo con la vida…¡qué feos eran todos!). Todo desembocaba en le gran salón done se llevaba a cabo la fiesta.
Miss Jinx estaba embobada viendo todo lo que colgaba del techo. La fiesta era en grande, había mesas enormes llenas de comida (toda china, claro), barras de bebidas exóticas, mesas de juego (no tan chinas) y sobre todo, muchos compatriotas de Mao Tse Tung.
Chow Mein a lo lejos estaba acompañada por su invitada especial Lucy Liu. Con lo mal que me cae la arribista esa, un día me quiso robar unos Manolos en NY, pero está tan bizca la pobre que de un mini boob kick se los arrebaté, la hice a un lado, pagué y me fui. Desde entonces cuando me ve, siempre me echa su Kill Bill look # 3.
Caminé hacia sushi trash para saludarla y presentarme. La muy mal educada me hizo un desaire y sospecho que sabía quién era yo aun con mi tacky dress, pero no me importó, mejor que lo supiera, así sabría a lo que se enfrentaba.
Me invitó a acompañarlas a ella y a Lucy Liu a la mesa de juego, en realidad me retó diciéndome que si realmente era china sabría jugar. Me empecé a preocupar porque eso no me lo esperaba, si era un juego de esos extraños que les gusta jugar en Oriente estaría perdida y descubierta. Corría peligro. Así que puse un dispositivo en mi oído y llamé a Ziyi (que seguía brincando en el bosque de bambúes) y le pedí que no dejara de hacerlo y que si necesitaba ayuda le avisaría.
En el camino Chow Mein se detuvo al ver a un montón de hombres chinos haciendo un círculo y cuando se asomó a ver qué pasaba, era Lyn May haciendo de las suyas. La vedette bailaba el “Baile del Perrito” con su particular estilo para mover las caderas enfundada en un traje de malla rojo. La cabaretera se tocaba impúdicamente su sexo invitando a los caballeros a tener las fantasías más sucias de su vida.
Pad thai estaba tan enojada que la agarró del pelo, la sacudió y golpeó en la cara. Su puño se hundió en el rostro de silicón de Lyn May y se le quedó atorado mientras la cachetona se reía como si estuviera loca. De inmediato Lucy fue en su ayuda y al tratar de jalar el puño de Chow Mein apoyando su tacón en el vientre de la bailarina, se quedó atorado también. ¡Lyn May era toda de silicón!
Tuvieron que quemar viva a Lyn May para que se derritiera el silicón y pudieran librarse las dos mujeres. La mano de Chow Mein quedó llena de silicón y pelos sintéticos de las extensiones de la pobre Lyn.
Miss Jinx y yo nos reíamos discretamente, pero la cerda agridulce se dio cuenta y no solo eso, se atrevió a reclamarme el por qué no la había ayudado a librarse de Lyn, era algo que tenía que ver con el honor del anfitrión o qué se yo, pero estaba más amarilla del coraje. Y yo solo respondí, “pensé que podías sola, pero ya veo que no”.
Pato laqueado se enojó aun más y se me fue encima. Las uñas de acrílico de la maldita eran tan largas que logró lastimarme hasta que me harté y entonces sí descubriría quién era…
Bruna Burboise
China es el mejor lugar para hacerlo, pero por el momento no puedo ausentarme, tengo mucho trabajo, así que me traje a la chinita para acá y le pagué para que me enseñara su arte (yo en realidad la quería tener todo el día brincando como tonta de una rama a otra por pura diversión, pero shhhh!)
Recibí una alerta y tuve que dejar el entrenamiento, no sin antes pedirle a Ziyi que siguiera brincando. Cuando Miss Jinx me pasó el teléfono, Madame La Rue sonaba preocupada, así que me fui de inmediato a verla para saber qué pasaba. In the meantime, Ziyi seguía brincando.
Antes que me contara cualquier cosa, le propiné sendas cachetadotas a Madame la Rue, por el puro gusto de hacerlo, a veces me crispa los nervios, pero a ella le dije que eran necesarias para tenerla tranquilita y hablando sin que su leve retraso mental se notara tanto.
El caso es que el Buen Hobbit le llamó muy alarmado pues su relación con Chow Mein Queen había terminado y temía por su vida. Madame La Rue había estado investigando y lo que encontró no era nada alentador para el pobre hombre.
La mucama filipina era la reina de la mafia china en México. Era dueña de un imperio de vendedores ambulantes de todo tipo de cosas, desde chácharas inservibles provenientes de su país, hasta comida pues su intención era volver los spring rolls más famosos que los tacos al pastor. ¡Pobre ilusa! El Califa JAMAS perderá clientela por culpa de unos rollos de grasa con relleno de verduras de dudosa procedencia.
Y eso no era todo, la asiática era también la que controlaba a los chichifos de atrás del IMSS en Hamburgo. O sea, la chinita tenía de todo y por eso es que tenía tanto poder en el bajo mundo. El Buen Hobbit tenía razón en temer por su seguridad. Esa japonesa infame podía desaparecerlo con solo un parpadeo de sus ojos delineados con mascara chafa producida en Taiwan.
Decidí dejar al Buen Hobbit escondido y custodiado en casa de Madame La Rue,. No pudo sino enternecerme su pobre figurita, todo chupado y sin vida. Los nervios lo estaban consumiendo y había perdido todo su fulgor y vivacidad de hobbit…very sad! Al menos con Madame La Rue no se aburriría, ella siempre tenía algo que contar (confieso que muy aburrido, pero era eso o exponerse a morir).
Después de tanto investigar, por fin dimos con la perra coreana. Esa noche daría una fiesta lujosísima para conmemorar la llegada de los chinos a México, y yo me pregunto, ¿eso debería de festejarse?
Grandes personalidades de la comunidad estarían presentes, unas más vulgares que otras. Es que no se por qué, pero los chinos tienen la cualidad de todo hacerlo ver taaan vulgar…y como era justo lo que necesitábamos, pues esta vez no podía asistir a la gala con nada de diseñador, lo único que me permitiría llevar eran mis heels Jimmy Choo (porque suena a que es asiático y estaría super in), pero me faltaba saber de dónde diablos sacaría un vestido muy oriental y sobre todo de mal gusto para encajar.
Miz Jinx por fin tuvo una buena idea en todo lo que llevábamos en este assignment. Los outfits los conseguiríamos con el rey del mal gusto, Mitzy. Cuando llegamos a su atelier (era un cuarto de cocido, pero odio que las cosas no tengan glamour) casi me desmayo. Era el museo del mal gusto en moda. Fotos en la pared lo confirmaban. Niruka, Maribel, Ninel, Lyn May, Tongolele y Carmelita Salinas eran solo unas cuántas de sus clientas.
Así que después de una letanía en la que nos habló de cómo había dejado de ser gay gracias a que recibió a Cristo en su vida (yeah right!), pudimos lograr que diseñara nuestros trajes y los tuviera listos en tiempo record.
Al salir del probador, el aire me faltaba. Mitzy era tan idiota que en lugar de un vestido en la onda Fantasía Oriental, nos había confeccionado kimonos japoneses y lo peor, llenos de lentejuelas y chaquiras por todos lados. Eso sí, brillábamos como si fuéramos parte del carnaval chino.
Después pasamos al departamento de caracterización y maquillaje donde MJ, mi personal make up artist and stylist, nos daría los últimos toques para parecer chinas. MJ a veces puede ser muy pesado, mientras trabaja contigo, se está viendo su peinado perfecto de secadora a la Farrah y checa que su maquillaje no se corra ni un milímetro, porque si no, se pone a llorar.
Al vernos en el espejo, supe que estábamos listas. Podríamos pasar perfectamente por chinas descendientes de la dinastía Ming radicadas en México y con una vida totalmente occidentalizada. Así que besé en las dos mejillas a MJ (me aventó antes de que pudiera tocar su piel y arruinar su maquillaje), y salimos hacía la gala.
El barrio chino en México es pequeño, a lo mucho abarcará dos calles y lo demás son puros negocios de coreanos que quisieran ser chinos aunque lo nieguen. ¡Por Dios! Todos son iguales, ¿qué más les da? Ellos no lo saben pero para el resto del así es.
Todo estaba decorado muy chino, con globos y farolitos de papel con luz dentro y colgados de lado a lado de la calle. Había malabaristas, niñas contorsionistas, discos chinos girando, en fin el Circo Chino de Pekín en pleno. Budas de oro por todos lados se veían en cada esquina. Las pagodas de techo dorado y dragones chinos esculpidos en mármol completaban el cuadro perfecto del cliché oriental más corriente.
¡Ese lugar era un backlot de alguna película! ¡Es que nadie puede tener tan mal gusto y caer en tantos clichés! Bruna Burboise, mis queridos, estaba a punto del colapso. Pero yo iba a trabajar y ni modo.
Al llegar al gran portón de la mansión de la gata pekinesa había dos de sus guardas disfrazados como Atila que recibían a los invitados. Posteriormente, caminamos por un pasillo largo con todos los detalles en dorado y pinturas de los antepasados de Chow Mein (reina, ahora entiendo tu enojo con la vida…¡qué feos eran todos!). Todo desembocaba en le gran salón done se llevaba a cabo la fiesta.
Miss Jinx estaba embobada viendo todo lo que colgaba del techo. La fiesta era en grande, había mesas enormes llenas de comida (toda china, claro), barras de bebidas exóticas, mesas de juego (no tan chinas) y sobre todo, muchos compatriotas de Mao Tse Tung.
Chow Mein a lo lejos estaba acompañada por su invitada especial Lucy Liu. Con lo mal que me cae la arribista esa, un día me quiso robar unos Manolos en NY, pero está tan bizca la pobre que de un mini boob kick se los arrebaté, la hice a un lado, pagué y me fui. Desde entonces cuando me ve, siempre me echa su Kill Bill look # 3.
Caminé hacia sushi trash para saludarla y presentarme. La muy mal educada me hizo un desaire y sospecho que sabía quién era yo aun con mi tacky dress, pero no me importó, mejor que lo supiera, así sabría a lo que se enfrentaba.
Me invitó a acompañarlas a ella y a Lucy Liu a la mesa de juego, en realidad me retó diciéndome que si realmente era china sabría jugar. Me empecé a preocupar porque eso no me lo esperaba, si era un juego de esos extraños que les gusta jugar en Oriente estaría perdida y descubierta. Corría peligro. Así que puse un dispositivo en mi oído y llamé a Ziyi (que seguía brincando en el bosque de bambúes) y le pedí que no dejara de hacerlo y que si necesitaba ayuda le avisaría.
En el camino Chow Mein se detuvo al ver a un montón de hombres chinos haciendo un círculo y cuando se asomó a ver qué pasaba, era Lyn May haciendo de las suyas. La vedette bailaba el “Baile del Perrito” con su particular estilo para mover las caderas enfundada en un traje de malla rojo. La cabaretera se tocaba impúdicamente su sexo invitando a los caballeros a tener las fantasías más sucias de su vida.
Pad thai estaba tan enojada que la agarró del pelo, la sacudió y golpeó en la cara. Su puño se hundió en el rostro de silicón de Lyn May y se le quedó atorado mientras la cachetona se reía como si estuviera loca. De inmediato Lucy fue en su ayuda y al tratar de jalar el puño de Chow Mein apoyando su tacón en el vientre de la bailarina, se quedó atorado también. ¡Lyn May era toda de silicón!
Tuvieron que quemar viva a Lyn May para que se derritiera el silicón y pudieran librarse las dos mujeres. La mano de Chow Mein quedó llena de silicón y pelos sintéticos de las extensiones de la pobre Lyn.
Miss Jinx y yo nos reíamos discretamente, pero la cerda agridulce se dio cuenta y no solo eso, se atrevió a reclamarme el por qué no la había ayudado a librarse de Lyn, era algo que tenía que ver con el honor del anfitrión o qué se yo, pero estaba más amarilla del coraje. Y yo solo respondí, “pensé que podías sola, pero ya veo que no”.
Pato laqueado se enojó aun más y se me fue encima. Las uñas de acrílico de la maldita eran tan largas que logró lastimarme hasta que me harté y entonces sí descubriría quién era…
Bruna Burboise
2 Comments:
Bruna: Je T'Aime!
como recuerdo el oso y pena ke senti una vez ke una tipa decia ke su hobbie era la haute couture, claro ke ella dijo alta costura la muy ignorante perra oxigenada, y le pregutno fingiendo interés: Quien est u diseñador favorito ??
y contesta: MITZY
PLOP
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